Jeune fille, en buste, les yeux levés verse le ciel. Octave Tassaert, carboncillo/sanguina/creyon blanco sobre papel, Museo Bonnat, Bayona, Francia.
Buena
parte de las personas piensan, que el registro minucioso de los detalles de la
superficie, es una de las principales características del realismo. Esto se puede verificar, en ciertos artistas
y en ciertas escuelas (especialmente, aquella que John Ruskin influencia en
Inglaterra y en Estados Unidos). Sin embargo se revela que tal practica, es tan
compulsiva, como automática, y es vista, como estúpida.
La
representación de los más ínfimos detalles, no caracteriza, de hecho, a todos
los estilos de realismo; en el verdadero dibujo académico realista, operan
ciertas escogencias, para crear una ilusión de la realidad.
El
dibujante académico, simplifica u omite, los detalles de la superficie, con el
objeto de amplificar los efectos de la luz y de la sombra, la ilusión del
volumen, y el carácter del modelo. Por otra parte, hay numerosos dibujos, que
buscan objetivos diversos, como por ejemplo: dibujos preparatorios, bocetos de
la idea o de la composición, etc. De hecho, son raros los dibujos que
constituyen, un fin en si mismo, en vez de ser parte de una etapa preparatoria,
para un cuadro o para una escultura, anotación de efectos lumínicos, estudios
anatómicos, de equilibrio, el movimiento de un drapeado o la expresión fugitiva
de un rostro.
En
materia de dibujo, los detalles del natural, son puestos en balance sin cesar,
con los objetivos específicos del dibujante. Formulando esta cuestión, de una
manera mas abstracta, los hechos visuales, son en si mismos interesantes, pero
no adquieren la significación, sino después de ser organizados, criticados y
juzgados por la inteligencia. He allí el porque, el desarrollo de los detalles,
no constituyen una característica necesaria, de todos los estilos de realismo,
de la misma manera que las formas, no son todas, percibidas visualmente como
ensambles comprensibles, en el mundo natural.
Las
obras tan apreciadas de los impresionistas franceses, son ilustraciones
pertinentes, de las concurrencias del realismo óptico, y de los valores
táctiles del realismo académico. En la pintura óptica o impresionista, el
contorno de la figura humana, es más bien, disimulado, por algún objeto o
sombra. Incluso, la unidad y las estructuras orgánicas, son enmascaradas por
vestimentas, oscurecidas por la sombra, y deformadas por la luz directa del
sol. Los realistas ópticos, que principalmente buscaban la deformación de las
formas, por la luz y la sombra, rara vez se esfuerzan en corregirlas.
Los
realistas académicos organizan, por el contrario, estas deformaciones ópticas,
al seno de una estructura depurada y lógica, reconociendo todo, pero
minimizando el efecto de desintegración que resulta. Lo que el busca, es una
norma de claridad y de unidad. Por consiguiente, lo que el exige, es un
contorno evidente, un equilibrio entre las zonas de luz y sombra, que
contribuyan en la creación del volumen y de una forma tridimensional.
Las poses son
cuidadosamente determinadas, de manera que todas las partes del cuerpo, sean
vistas y comprendidas. Deformación y “laideur”, son evitadas.
Aquello
que prela ante todo, es la representación de una unidad, reconocible como un
cuerpo y como una persona, una unidad orgánica, desprovista de detalles
susceptibles de distraer la atención. Estas son las principales características
o principios, del estilo académico de base.
El estilo enseñado en el curso de dibujo
Gerome-Bargue, es un compromiso entre, por una parte, las cualidades
intelectuales generalizantes del idealismo, y por otro lado, la precisión
visual y la especificidad del realismo. Este compromiso permite evitar, a la
vez, la tendencia a una simplificación exagerada, del trazo y de la forma,
habitual a la práctica idealista, y las formas inciertas o alteradas, de los
realistas ópticos.
Los
realistas académicos, tratan el cuerpo humano con respeto; ellos honran su
integridad y le confieren, dignidad y autonomía. Sus figuras piensan por ellas
mismas, y sus movimientos, resultan de un pensamiento consciente. El realismo
académico es un estilo, por esencia, humanista, inspirado principalmente por un
interés en los seres humanos, en sus acciones, reacciones y destino. Aquello
que constituye el gusto clásico, es ante todo, la asociación de características
escogidas en la naturaleza por su belleza, y de un ideal de la perfección
humana. Este gusto supone a la vez un ideal de la simplificación, orientado
hacia las formas geométricas inteligibles, en sus superficies planas y
contornos, y un rechazo por la deformación.
Las
preocupaciones académicas, no entraban ni obstaculizan, el desarrollo de un
estilo personal. El dibujo realista académico, es una mezcla de observación, de
conocimiento y de ideas.
FUENTE CONSULTADA:
Gerald Ackerman,
CHARLES BARGUE ET JEAN-LEON GEROME, COURS DE DESSIN,
ACR ediciones, Paris (Francia) 2003.
Resumen y traducción
libre José Peña, Caracas 2005. Jpmarte73@yahoo.com
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