domingo, 5 de febrero de 2017

REALISMO, IDEALISMO Y DIBUJO ACADÉMICO.

Jeune fille, en buste, les yeux levés verse le ciel. Octave Tassaert, carboncillo/sanguina/creyon blanco sobre papel, Museo Bonnat, Bayona, Francia.




Buena parte de las personas piensan, que el registro minucioso de los detalles de la superficie, es una de las principales características del realismo.  Esto se puede verificar, en ciertos artistas y en ciertas escuelas (especialmente, aquella que John Ruskin influencia en Inglaterra y en Estados Unidos). Sin embargo se revela que tal practica, es tan compulsiva, como automática, y es vista, como estúpida.
La representación de los más ínfimos detalles, no caracteriza, de hecho, a todos los estilos de realismo; en el verdadero dibujo académico realista, operan ciertas escogencias, para crear una ilusión de la realidad.
El dibujante académico, simplifica u omite, los detalles de la superficie, con el objeto de amplificar los efectos de la luz y de la sombra, la ilusión del volumen, y el carácter del modelo. Por otra parte, hay numerosos dibujos, que buscan objetivos diversos, como por ejemplo: dibujos preparatorios, bocetos de la idea o de la composición, etc. De hecho, son raros los dibujos que constituyen, un fin en si mismo, en vez de ser parte de una etapa preparatoria, para un cuadro o para una escultura, anotación de efectos lumínicos, estudios anatómicos, de equilibrio, el movimiento de un drapeado o la expresión fugitiva de un rostro.
En materia de dibujo, los detalles del natural, son puestos en balance sin cesar, con los objetivos específicos del dibujante. Formulando esta cuestión, de una manera mas abstracta, los hechos visuales, son en si mismos interesantes, pero no adquieren la significación, sino después de ser organizados, criticados y juzgados por la inteligencia. He allí el porque, el desarrollo de los detalles, no constituyen una característica necesaria, de todos los estilos de realismo, de la misma manera que las formas, no son todas, percibidas visualmente como ensambles comprensibles, en el mundo natural.
Las obras tan apreciadas de los impresionistas franceses, son ilustraciones pertinentes, de las concurrencias del realismo óptico, y de los valores táctiles del realismo académico. En la pintura óptica o impresionista, el contorno de la figura humana, es más bien, disimulado, por algún objeto o sombra. Incluso, la unidad y las estructuras orgánicas, son enmascaradas por vestimentas, oscurecidas por la sombra, y deformadas por la luz directa del sol. Los realistas ópticos, que principalmente buscaban la deformación de las formas, por la luz y la sombra, rara vez se esfuerzan en corregirlas.
Los realistas académicos organizan, por el contrario, estas deformaciones ópticas, al seno de una estructura depurada y lógica, reconociendo todo, pero minimizando el efecto de desintegración que resulta. Lo que el busca, es una norma de claridad y de unidad. Por consiguiente, lo que el exige, es un contorno evidente, un equilibrio entre las zonas de luz y sombra, que contribuyan en la creación del volumen y de una forma tridimensional.
Las poses son cuidadosamente determinadas, de manera que todas las partes del cuerpo, sean vistas y comprendidas. Deformación y “laideur”, son evitadas.
Aquello que prela ante todo, es la representación de una unidad, reconocible como un cuerpo y como una persona, una unidad orgánica, desprovista de detalles susceptibles de distraer la atención. Estas son las principales características o principios, del estilo académico de base.
    El estilo enseñado en el curso de dibujo Gerome-Bargue, es un compromiso entre, por una parte, las cualidades intelectuales generalizantes del idealismo, y por otro lado, la precisión visual y la especificidad del realismo. Este compromiso permite evitar, a la vez, la tendencia a una simplificación exagerada, del trazo y de la forma, habitual a la práctica idealista, y las formas inciertas o alteradas, de los realistas ópticos.
Los realistas académicos, tratan el cuerpo humano con respeto; ellos honran su integridad y le confieren, dignidad y autonomía. Sus figuras piensan por ellas mismas, y sus movimientos, resultan de un pensamiento consciente. El realismo académico es un estilo, por esencia, humanista, inspirado principalmente por un interés en los seres humanos, en sus acciones, reacciones y destino. Aquello que constituye el gusto clásico, es ante todo, la asociación de características escogidas en la naturaleza por su belleza, y de un ideal de la perfección humana. Este gusto supone a la vez un ideal de la simplificación, orientado hacia las formas geométricas inteligibles, en sus superficies planas y contornos, y un rechazo por la deformación.
Las preocupaciones académicas, no entraban ni obstaculizan, el desarrollo de un estilo personal. El dibujo realista académico, es una mezcla de observación, de conocimiento y de ideas.

FUENTE CONSULTADA:
Gerald Ackerman, CHARLES BARGUE ET JEAN-LEON GEROME, COURS DE DESSIN, ACR ediciones, Paris (Francia) 2003.
Resumen y traducción libre José Peña, Caracas 2005. Jpmarte73@yahoo.com

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