sábado, 4 de febrero de 2017

LA MANERA DE VER DE LOS PINTORES.(*)


Cristóbal Rojas en el taller de la Academia Colarossi. Arturo Michelena, óleo sobre tela, 1885, Colección Banco Industrial de Venezuela


Los pintores adquirieron laboriosamente, la habilidad para observar y registrar el fenómeno visual, el cual, es imperceptible ante los ojos, de cualquier persona que no ha sido entrenada. Probablemente, ninguno esta equipado para comprender, los procesos fisiológicos y psicológicos envueltos, dentro de la disciplina con la cual, un pintor aprende a ver los objetos.
Considerando la gran dificultad, que cualquier hombre experimenta (sin tener entrenamiento especial), cuando intenta observar la forma aparente de un objeto dado, analicemos el siguiente ejemplo: una silla, bajo una luz adecuada. Cualquier persona racional, se dará cuenta, de la forma común de una silla, digamos, con sus cuatro patas, con una forma rectangular sobre la cual sentarse y un espaldar. Esa es la información mínima, que una persona común manejaría.
Pero es fácil sorprenderse, cuando a esa persona se la da un lápiz y un pedazo de papel, solicitándole que dibuje la silla, tal y como se ve; todos aquellos, que no han tenido, una instrucción real en dibujo, harán una especie de diagrama, que registrara torpemente, algunos pocos hechos relacionados con la silla anteriormente descrita. Sus dibujos presentaran, escasos hechos visuales, e incluso, omitirán buena parte de las apariencias del objeto dado. La conclusión inescapable, del ejemplo anterior, es que esas personas, son literalmente incapaces de ver, el aspecto que tiene un objeto ante sus ojos.
Las formas aparentes, se presentan ante nosotros, como un mosaico, de áreas coloreadas, mas o menos definidas, las cuales, solo coinciden en algunos lugares, con las formas reales de sus partes componentes. Será muy frecuente encontrar, que las formas aparentes, serán creadas por la luz y las sombras, más que por las formas de los objetos iluminados, cuyos contornos individuales, son con frecuencia, parcial o completamente invisibles a nuestros ojos. Este fenómeno, es de gran importancia a los pintores, y ha provisto por largo tiempo, el material básico de su arte. Ciertamente, el hecho que un joven, sea instintivamente removido por la belleza y misterio, del mundo aparente, indica la posibilidad de estar ante un pintor potencial, eso más allá de cualquier otra característica. El desarrollo de esa innata disposición, será la principal meta, de su entrenamiento profesional.
Un pintor es, primero y ultimo, un hombre, para quien el mundo visible es una fuente de excitación y maravilla, y que ha aprendido, a verlo perceptiblemente y puede describir lo que ve, en términos de línea, tono y color. Las especulaciones, acerca del porque, los intentos del artista, por describir eso, le dan  una profunda satisfacción, o del porque, los cuadros en que ha alcanzado exitosamente sus fines, son una fuente de profundo disfrute a las personas no entrenadas como el, están fuera de nuestro propósito. La preocupación en este texto, tiene principalmente que ver, con las habilidades del hombre para observar ese fenómeno visual correctamente, no, con el interés estético de ese fenómeno.
Retornando a nuestro ejemplo anterior, supongamos ahora, que el grupo de personas que dibujaron la silla y que no han recibido entrenamiento especial en dibujo, se interesa ahora, en tomar lecciones, de un experimentado y competente pintor. En corto tiempo, todos ellos serán sorprendidos, al descubrir, cuan poco notaban, acerca de la apariencia de cualquier cosa que ellos veían. Pronto, la mayoría de ellos, hasta los más ineptos, mostraran en sus dibujos, un ligero incremento de sus capacidades de observación. Pero, a partir de ese punto, la rapidez y grado de mejoramiento, variara en cada individuo. La mayoría, nunca ira mas allá, de dibujar algún estado rudimentario de el “parecido” del objeto descrito; entre ellos, habrá alguno relativamente mas dotado, que progresara un poco mas, pero tarde o temprano, alcanzara el punto en el cual, ningún monto de esfuerzo o de enseñanza, podrá llevarlo mas lejos. Esa manifiesta incapacidad, provee lo que para mi es una evidencia conclusiva , que muchas personas, probablemente la mayoría, no pueden percibir las sutiles diferencias dentro del fenómeno visual, así como una persona, sin entrenamiento musical, no podrá escuchar, los diferentes sonidos musicales, los cuales son, de gran importancia para los músicos profesionales.
La historia de la pintura ha demostrado, que en cada generación, es solo un pequeño grupo de personas, las que a base de incesante labor, bajo la guía de un maestro competente, puede desarrollar la facultad de observación, al grado requerido, para pintar, aun ligeramente bien.
El conocido incremento, en el numero de personas, quienes se llaman a si mismos pintores, la cual, es una característica de nuestros problemáticos tiempos, es solo posible, porque el elemento visual o representativo (que no es otra cosa que la gran fundación del arte), ha sido, eliminado o reducido, a indicaciones rudimentarias, que son luego justificadas por sus perpetradores y sponsors, sobre la bases psíquicas, emocionales o psicológicas. Buena parte del publico, acepta esa justificación, así como los cuadros que presentan las formas en un estilo distorsionado, debido a la indiferencia de la persona average respecto al fenómeno visual.
Este breve sumario de la experiencia de un pintor, indica que la habilidad para observar las apariencias de las cosas, no es innata, y además, solo pocos llegan a adquirirla; ello levanta interrogantes, sobre la capacidad de la mayoría para percibir y apreciar, los particulares elementos expresivos, que son el objeto de mucho esfuerzo, por parte de los pintores mas competentes. Estos pintores creen, que tales cualidades en particular, son las que contribuyen a mantener por largo tiempo, el interés de los seres humanos en la fina pintura. Ellos basan esa convicción, sobre el hecho demostrable (demostrable a las personas cuyos ojos han sido sensibilizados suficientemente, para detectarlos, en el momento de ser señalados) que esas elusivas cualidades, son los factores comunes, encontrados en todas las obras, que han sido consideradas como piezas maestras, por largos periodos de tiempo. Esa capacidad para sobrevivir a los cambios de estética, es para los pintores, la ultima prueba, de la excelencia de una obra.
Esta visión, es soportada por sus estudios, ya que, cuando un pintor comienza a obtener maestría en su arte y cuando su ojo, incrementa su capacidad perceptiva, también se incrementara su conciencia, del interés estético y poder expresivo, de esos componentes particulares, los cuales, el mismo artista recuerda muy bien, no le eran visibles con facilidad, en los tiempos que comenzaba su entrenamiento como pintor. El aprendió a percibirlos, y a apreciar su valor artístico, solo por medio de la experiencia obtenida, al pintar cuadros y por desarrollo gradual de su comprensión, la cual creció paralelamente con su habilidad para ejecutar.
    ¿Quiere decir esto, que son solo los pintores competentes y entrenados, los que pueden apreciar los cuadros y disfrutar de los mismos, tal y como fue el propósito original, de aquellos que los pintaron ?... una gran parte de los pintores mas competentes, han concluido dolorosamente, que tal es el caso. Ahora, un importante segmento de el publico, ciertamente deriva un genuino disfrute, al observar una fina pintura, y eso parece indicar, alguna comunicación efectiva entre las personas que no han recibido entrenamiento especial como pintores y el artista que realizo la obra. La importancia que le es dada a las ARTES, dentro de la vida humana, reside grandemente en esta comunicación.
Podemos asumir, que el placer experimentado, por un aficionado a la pintura proviene, en alguna medida, de esas cualidades pictóricas, las cuales, sienten vagamente, sin ser capaces de definirlas o de explicarlas.
Pero aparentemente, la conclusión universalmente alcanzada, por serios artistas, y que es ampliamente demostrada por sus organizaciones, por su conducta y por la tradiciones de sus ateliers, ha sido, que solo una pequeña minoría, compuesta exclusivamente por colegas profesionales, estará consciente, de lo que un pintor esta tratando de hacer, o podrá medir, con cuanta habilidad, este ultimo, manejo los variados elementos, que contribuyen al impacto estético  de un cuadro dado. Este tipo de evaluación perceptiva (la cual posiblemente es, la única base válida para la crítica en arte) está ausente, en los comentarios de los críticos profesionales y en los llamados conocedores. La mayoría de los pintores, lamentan aceptar ese hecho de la vida, y pintan principalmente para el juicio de sus colegas contemporáneos, así como para los artistas por nacer, con la esperanza, de que su mensaje algún día alcanzara un gran público.
Este lamentable abismo, entre el pintor y su público, se relaciona directamente, con el argumento del presente escrito. Que las personas no entrenadas, realmente no vean, y noten escasamente, los aspectos visuales que proveen el material básico del arte de los pintores, resulta que obviamente no pueden reconocer, si realmente un artista ha interpretado con corrección, sensibilidad o inteligencia, su oficio. Esa patente inhabilidad de el hombre average, para reconocer, gruesas discrepancias, entre la descripción de un objeto, dada por un pintor, y la apariencia de el objeto representado, ha dado pie, para la libre manipulación del gusto publico, por personas ubicadas en puestos claves, tales como críticos de prensa, directores de Museos y profesores de arte, quienes, a pesar de su posible sinceridad, en materias de convicción artística, no necesariamente hablan con autoridad.

Ahora, la corrección superficial de una representación pictórica, juega un elemental, pero importante rol en pintura, ya que establece un marco de referencia, por así decirlo, para las características mas elusivas, cuya presencia y cualidad, determinan el rango de un trabajo de arte, como por ejemplo, la interpretación del dibujo y de las grandes relaciones de tono y color. La norma, el estándar o ideal (o cualquier otro nombre que se le quiera dar), el cual los pintores han preferido como espejo, siempre ha residido en los aspectos del natural, tal como ellos aparecen ante el ojo humano. Allí reside, esa ultima verdad, parcialmente subjetiva y parcialmente objetiva, la cual los pintores, han sentido como el elemento vivificador de su arte. El énfasis relativo, dado al elemento subjetivo de la experiencia visual, ha variado con cada artista individual. Pero, hasta épocas muy recientes, tanto pintores como público (el primero como un resultado de prolongado estudio y el segundo por un intuitivo sentido común), han estado en acuerdo general, que llegar a una gran separación, de la verdad objetiva,  es incompatible, con los valores pictóricos  más significantes.

(*) Robert Hale Ives Gammell, THE PAINTER’S WAY OF SEEING, articulo escrito originalmente en 1964 y publicado en el Classical Realism Quarterly, volumen 6, numero 2, Minesota, USA, 1990 circa.
Resumen y traducción libre del pintor José Peña, Caracas 2004.

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