domingo, 5 de febrero de 2017

PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LA TRADICIÓN ACADÉMICA EN PINTURA.

Fragmento del Hemiciclo de la Ecole des Beaux-Arts en Paris. Paul Delaroche, óleo, 1837.

El trazo esencial de la actitud académica, reside en la permanencia que ésta da a la usualmente llamada PINTURA HISTÓRICA. Este tipo de pintura se propone ilustrar narraciones que presentan al hombre en sus aspectos heroicos, escogiendo con preferencia, los incidentes que tipifiquen los recurrentes patrones que gobiernan la conducta humana de época en época.
En los siglos 17 y 18, esos temas eran tomados generalmente de la Biblia, de la literatura griega o romana y de alegorías. En el siglo 19, tales temas se ampliaron incluyendo literatura de otras tierras y épocas; la superioridad de la pintura con este tipo de antecedentes literarios fue ejercitada por la mayoría de los pintores líderes de la primera mitad de dicho siglo y por una cantidad menor de ellos en la segunda.
A través de los siglos, los pintores que fueron absorbidos por el objetivo de la pintura histórica sintieron que ésta podía ser mejor alcanzada por medio de una completa representación. Lo que quiere decir, describir el incidente con suficiente verosimilitud para evitar que el espectador fuese irritado por la descripción.
Arte académico de primera línea siempre proporciona un sentido de alto significado por el tema tratado. La destreza de alta calidad que formaba parte de los propósitos de los pintores académicos, solo puede ser producida por una mano la cual, es dirigida por excepcionales facultades en un alto grado de tensión.
El artista más reverenciado por la tradición fue Rafael Sanzio, el de la última manera romana, el de los frescos y cartones. Los hermanos Carracci y sus seguidores fueron colocados casi al mismo nivel con Rafael. Las estatuas que vinieron de la antigüedad romana fueron tomadas como modelos. Todas esas influencias hicieron un ÉNFASIS SOBRE FORMA MAS QUE SOBRE COLOR, y la tradición académica siempre ha insistido sobre DIBUJO. Al paso del tiempo, los artistas propusieron estándares en el tipo de cuadros que ellos deseaban producir, llevándolos a resaltar el dibujo de tipos generalizados, más que en representar el carácter exacto del modelo en particular. Aquello fue una materia sólo de énfasis, y mientras que ambos tipos de dibujo fueron practicados, se produjeron resultados admirables.
Junto con el dibujo, los pintores de temas históricos se preocuparon mucho sobre composición. La composición favorecida por los académicos tuvo por propósito esencial UNA CLARA Y DIGNIFICADA REPRESENTACIÓN DEL INCIDENTE A SER DESCRITO. Aquella fue sobre todo una composición narrativa, concentrándose sobre la acción central de las figuras. Se insistía que los gestos y distribución de las figuras por si mismas fuesen suficientes para contar la historia. El estudio del tipo de dibujo y de composición favorecido por la tradición académica, de seguro necesitaba de un conocimiento en anatomía y perspectiva aplicada, también como una muy amplia cultura general.
Usualmente se ha dicho que el color era la gran debilidad de la pintura académica. Ahora, gusto en color, es de todas las cualidades que un pintor pueda tener, más bien un don natural, prácticamente un instinto. Este, es muy poco influido o cambiado por la enseñanza, de manera que el entrenamiento académico muy probablemente no tuvo ninguna influencia en reducir el número de coloristas. El pintor de cuadros históricos nunca puede tener ante sus ojos la escena que trata de representar, siendo obligado a encontrar su color por una formula, más que por una cuidadosa transcripción.
Además, ES UNA PARTE INTEGRAL DE SU PROPÓSITO que su cuadro debe sugerir cierto aire de antigüedad o de tiempo remoto. La adopción de una fórmula para su color es uno de los medios por los cuales adquiere su efecto y además corresponde a la idealización en el tratamiento de sus formas.
El artista académico presenta un mundo protegido, idílico, impregnado de pureza, de pudor, de castidad. La distinción es una cualidad necesaria indispensable ante los ojos de los críticos de la época, y sin duda, del público, ella es inseparable del buen gusto.
La distinción se exprime en la escogencia de las actitudes, todas, ponderadas, harmoniosas, calmas, serenas. Los gestos son medidos, los sentimientos elevados. En esa búsqueda constante de la belleza ideal, el artista debe acceder a una maestría de las formas, debido a un conocimiento casi científico de la anatomía, sometiéndose a una observación escrupulosa del cuerpo humano. El arte académico se dirige, en primera instancia, al espíritu, a la inteligencia, es, maestría gobernada por la razón y el saber.

LA IDEOLOGÍA SUBYACENTE A LA FORMACIÓN ACADÉMICA.
El trabajo, la auto-crítica, la honestidad, el control de sí, la disciplina, son valores cardinales constantemente remarcados por la filosofía académica. La honestidad, es la conciencia del trabajo bien hecho, acabado, completo.

Fuentes consultadas:
TWILIGHT OF PAINTING, Robert Hale Ives Gammell, Parnasus Imprints 1990.
LE ECOLE DES BEAUX – ARTS, XIX ET XX SIECLES, Monique Segre, Le Harmattan ediciones 1998.
Resumen y traducción libre de José Peña, 2004. jpmarte73@yahoo.com 

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