domingo, 12 de febrero de 2017

EL CONCEPTO IMPRESIONISTA DE LA “GRAN MIRADA”


En el estudio. William Paxton, óleo sobre tela, 1905, colección privada.


“Excelencia nunca será adquirida por un artista, a manos que él tenga el hábito de observar sobre los objetos de manera amplia, y aprecie el efecto que estos tienen sobre el ojo cuando se le desenfoca, y luego, se le emplea sobre el conjunto de la escena sin detenerse en sus distintas partes.”
                                                                             Sir Joshua Reynolds, discurso IX

“Deja que las superficies fluyan la una en la otra en una flexible envoltura de luz y pintura…haz que el cuadro parezca hecho en una sesión; haz que los objetos naden en el aire, pinta todas las cosas en relación con el foco.”
                                                                            William MacGregor Paxton, 1901

            Muchos de los pintores llamados impresionistas, que expusieron juntos sus obras en los años de 1874 y 1886, estaban en desacuerdo con que se les diera tal nombre a su movimiento. El mismo, tuvo su origen en el título de una pintura de Claude Monet llamada “impresión del amanecer”. Muchos críticos hostiles, usaron frecuentemente el término impresionista, para burlarse de ese nuevo estilo de pintura.
            Algunos artistas preferían la frase “independientes”, para designar al grupo ya que era una reunión de individuos quienes habían escogido trabajar separados del establecimiento académico, y mostrar sus obras fuera del salón oficial. Si seguimos la verdadera definición de impresionismo, descubrimos que los fundadores de ese movimiento no eran tan heterogéneos.  Si bien, todos mostraron algunas características de “impresionismo” en sus obras, buena parte de ellos no fueron devotos adherentes de aquel.
            El verdadero impresionismo, no está basado sobre una teoría de color, sino sobre un avanzado concepto de observación. A este punto, debemos comprender que observar no quiere decir copiar servilmente. El verdadero concepto impresionista de visión u observación, es un nivel de comprensión realizado en pintura. Copiar es un proceso mecánico, el cual, puede incluir este tipo de comprensión o no.
            El verdadero impresionismo “agarra la escena” ante sus ojos como un conjunto, e intenta transcribir a su tela la impresión que esa entidad hizo sobre él. Un realista común, pintará su visión de cada objeto por separado, y su obra finaliza por ser una compilación de observaciones separadas, las cuales, en realidad son incompatibles entre sí. Tal cuadro, podría ser el resultado de una gran labor y de considerable destreza, pero no requiere el poder de síntesis y coordinación necesarios para hacer una pintura impresionista.
Se trata que cuando observamos sobre una escena o composición en el natural, no vemos todo con igual definición; nosotros podríamos estar conscientes de tres o cuatro masas yuxtapuestas, con diferentes grados de color luminoso u oscuro; probablemente sólo vemos unos pocos detalles, y sobre ciertos objetos dentro del campo de visión.
El concepto impresionista de la “gran mirada”, se remonta a sus pioneros: Velásquez y Vermeer; y fue traído al Continente Americano, y en específico a los Estados Unidos, por un grupo de pintores de esa nación, los cuales, habían viajado a Europa a estudiar su arte. La mayoría de ellos, recibió la formación tradicional impartida en las grandes academias de Francia y Alemania, y además, asimilaron mucho de las corrientes independientes que tuvieron su apogeo en el Paris de la última mitad del siglo XIX.
Algunos de estos artistas, fundaron en 1897 un grupo llamado “Los Diez”, constituido principalmente por impresionistas; otro grupo de ellos (por ejemplo Frank Benson, Edmun Tarbell, Joseph DeCamp y William Paxton), conformarían la llamada “Escuela de Boston”.
Un gran activo, asociado a la técnica de la “Escuela de Boston”, es una cierta amplitud de visión y un énfasis sobre “la gran mirada”. Este concepto, se propone enfocar en una sola visión, tanto como para abarcar el conjunto de la escena a ser pintada. La grandeza, unidad de efecto y la gran poesía del natural, sólo puede ser alcanzada por el cuidadoso estudio de las partes, subordinándolas a la idea central, de cómo ellas se relacionan con el todo. El detalle es minimizado.

Fuentes consultadas:
VERMEER. James Robinson. Artículo publicado en el Clasical Realism Journal, volumen 4, nº 1, 1997.
THE ART OF SEEING. Robert Cormier. Artículo publicado en el Clasical Realism Quaterly, volumen 1, nº 3, 1986.
MASTERING THE ART OF PORTRAITURE. Carl Samson. Artículo publicado en el Clasical Realism Journal, volume 2, nº 2
TWILIGTH OF PAINTING. Robert Hale Ives Gammell, Parnasus Imprints, 1990.

Recopilación y traducción libre de José Peña, Caracas 2004, jpmarte73@yahoo.com

viernes, 10 de febrero de 2017

LA ACADEMIA JULIAN: UNA LEYENDA EN LA ENSEÑANZA DE LA PINTURA


Rodolphe Julian, fundador de la Academia Julian. Foto, Reunión de Museos Nacionales de Francia.

La Academia Julian, fue fundada en 1868 por el pintor Rodolphe Julian en un local del Pasaje de Panoramas (2º distrito), en el barrio parisino de Montmartre. Cuando el pintor venezolano Arturo Michelena llegó a la capital francesa a mediados de 1885 becado por el gobierno del general Joaquin Crespo, dicha Academia era muy popular en los ambientes artísticos de Francia, y tenía cada vez más, un creciente prestigio a nivel mundial.
            La mencionada institución, funcionaba con el sistema de ateliers separados (además del ubicado en el Pasaje de Panoramas, tenía otros distribuídos en varias partes de Paris, los principales se ubicaron en el nº 31 de la calle del Dragón, otro en el nº 51 de la calle Vivienne, otro en el nº 48 de la calle Faubourg Saint-Denis y uno en la calle de Berri). Cada uno de sus ateliers, se encontraba bajo la dirección de una pareja de profesores (para el momento de la llegada de Michelena, algunas de ellas estaban conformadas por Jean-Paul Laurens y Benjamin Constant; William Bouguereau y Gabriel Ferrier, y otra por Jules Lefebvre y Toni Robert Fleury. Todos ellos, reconocidos representantes de la pintura académica francesa de la época.
            La enseñanza recibida allí por parte de Arturo Michelena, respondió esencialmente a los estándares clásicos desarrollados por la pintura académica francesa del siglo 19. Su horario era de 8 am a 12 m, y de 1 a 5 pm; de esa hora y hasta las 7 pm, había sesiones de dibujo adicionales. Los profesores venían a corregir habitualmente los días martes por la mañana, dando un tema para el concurso semanal de composición (también existía un concurso mensual del mismo tipo, por medio del cual, se distribuían los lugares frente al modelo cada mes).
La Academia Julian estaba abierta todo el año. Una de las principales facilidades ofrecidas por la Academia a sus estudiantes, era la inexistencia de examen de admisión; adicionalmente, era una de las pocas instituciones artísticas de la ciudad que ofrecía instrucción en el arte de la pintura a las mujeres (desde 1880). La misma, también tenía una sección para la escultura y se instaba a los alumnos a tomar cursos de anatomía, perspectiva e historia. Posteriormente, se abrieron clases de ilustración, artes gráficas y dibujo para niños (en 1906).


Atelier Bouguereau en la Academia Julian. Jefferson David Chalfant, óleo, 1891. M. H. de Young Memorial Museum.

            Durante la primera guerra mundial, la Academia Julian vio severamente reducidas sus actividades. La misma, estuvo completamente cerrada durante la segunda gran guerra. Al finalizar este último conflicto, en el año de 1946 dos de sus ateliers son vendidos a Cecile Joubert, quien los venderá  posteriormente en 1960. Los ateliers de la calle del Dragón son canjeados por Guillaume Met Penninghen y Jacques Andon en 1959 a André Corthis, heredero de Rodolphe Julian, y luego integrados en el taller Penninghen para convertirse en la Escuela Superior de Artes Gráficas de Penninghen 1968. Los talleres de la calle de Berri serán encabezados por Cécile Beldent y André del Debbio hasta 1973, cuando fueron expropiados finalmente. André Del Debbio condujo a partir de esa fecha, la Academia Julian-Del Debbio, profesando la escultura y el dibujo con modelo vivo. La Académie Julian es ahora parte de la Escuela Superior de Artes Gráficas (ESAG).
            Por sus aulas, pasaron varios pintores venezolanos, no sólo Arturo Michelena, sino también Cristobal Rojas, Emilio Boggio, Carlos Rivero Sanabria, Emilio Mauri, Tito Salas y Vera León; cabe destacar que algunos de ellos, también asistió de manera adicional a sesiones  de dibujo y pintura en otras célebres escuelas del mismo tipo como la Academia Colarossi y La Grande Chaumiere. Lamentablemente, el paso de todos estos compatriotas por dichas instituciones, no ha sido objeto de estudio por parte de los historiadores del arte de nuestro país. Personalmente, tuve la oportunidad durante una breve visita a Paris en agosto de 2002, de ubicar el taller de la calle del Dragón (cerrado por vacaciones escolares en aquel momento) y la Grande-Chaumiere, cuyas fotografías, acompañan este artículo.


El autor del presente artículo, frente al atelier de la antigua Academia Julian, en la calle del Dragón, Paris, agosto 2002.


Academia La Grande-Chaumiere, ubicada en el nº 14 de la Calle Grande-Chaumiere. Foto tomada por el autor en Paris, en agosto de 2002.


Fuentes consultadas:
Le Academie Julian a Cent Ans. Herold Martine, Paris 1968.
New ligth on The Academie Julian and its founder. Catherine Fehrer, Gazette des Beaux-Arts, Paris 1982.
Le voyage de Paris: Les americains dans les ecoles d art. 1990.

Investigación de José Peña, Caracas 2004, jpmarte73@yahoo.com


LA ESCUELA IMPRESIONISTA DEL SIGLO 19.


Autorretrato. Camille Pisarro


Con el movimiento impresionista fueron por primera vez reconocidos, el conjunto de los hechos de la visión. La mayoría de la gente se halaga a si misma, con la errónea idea, que su posesión de dos ojos sanos, los ha dotado con el poder de observación.
    Los animales poseen ojos sanos, y para nosotros esta fuera de dudas, que  ellos ven muy agudamente; sin embargo, el olfato parece ser el sentido que les de mas conocimiento de los fenómenos externos. La humanidad ha desarrollado las percepciones del ojo, solo lo suficiente, para administrar su supervivencia.
    Esas percepciones están más conectadas con el sentido del tacto, que con la sinfonía prismática de los colores que la luz introduce en los ojos y que luego se despliegan en nuestra retina. Las percepciones en la retina, como sensaciones de color, han venido muy tardíamente en la historia de nuestra raza; y esa fue, la fundación de lo que se llamo: el movimiento impresionista del siglo 19.
    Los rayos de luz rechazados, o mejor dicho, refractados por los objetos (los cuales representan su color), pasan a través de la atmósfera, experimentando modificaciones; de manera que para el momento que esos rayos alcanzan nuestra retina, pueden ser muy diferentes de lo que eran, cuando se reflejaron en la superficie de los objetos.
    Tal disociación del color desde los objetos y la concentración sobre la imagen en la retina, coloco a los pintores, ante un campo de visión, enteramente nuevo. Se considero que ya no era necesario construir un cuadro, por medio de un laborioso estudio, de los contornos de los objetos sólidos; rellenándolos posteriormente. Con luz, sombra, color local, perspectiva aérea, etc. El cuadro visual, podía ser ahora estudiado por que realmente es: VARIADOS RAYOS DEL ESPECTRO SOLAR PASANDO AUN PUNTO DETRÁS DEL OJO (LA RETINA).
    Si el pigmento puede ser manipulado sobre la superficie pintada, de manera que refleje la luz al ojo, en cantidades similares a las observadas en la naturaleza, la ilusión de la apariencia real se produce. Eso es, lo que impresionistas ópticos como Monet, hicieron. En vez de un contorno cuidadosamente dibujado, el cual, era rellenado con colores, el pintor considero el objeto ante sus ojos, SOLO COMO COLOR; dibujando SOLO las formas de esas masas de color. Se escogieron los colores del arco iris (siendo estos los que producen los efectos del natural) para componer la paleta, eliminando los tierras y el negro.
    La reducción de una complicada apariencia, a unas pocas y simples masas, es la primera necesidad del pintor naturalista. La consideración impresionista de la apariencia visual de los objetos, necesito, en primer lugar, de una incrementada dependencia sobre el modelo. Como el pintor ya no dibujaba de sus percepciones mentales (como lo fue en la tradición clásica), ya no tenía material, del cual seleccionar para su pintura a menos que lo tuviera frente a el, o mejor dicho, HASTA QUE EL TUVIERA UNA IMPRESIÓN DE ESTE, EN SU MENTE. Con el viejo punto de vista (la representación por medio de una descripción pictórica, basada sobre la idea mental de un objeto), el modelo no era tan imprescindible.
    En el caso del impresionismo, LA PERCEPCION MENTAL LLEGA DESDE LA IMPRESIÓN VISUAL. El impresionismo, fue el resultado de una fuerte determinación a considerar el natural, solamente, desde el punto de vista visual, no concediendo nada, a cualquier otra asociación con la visión.
    Puntualicemos, cual fue el verdadero aporte técnico, que al arte de la pintura, dejaron los pintores independientes o también llamados impresionistas, del siglo 19:

1-    Simplificación de su paleta, restringiéndola solamente a los colores del prisma.
2-    Descomposición de sus grandes masas de color, en elementos multiplicados o en el llamado color roto.

COLOR ROTO: Al romper una sólida masa de color, con uno, o varios colores opuestos, aplicados con pinceladas pequeñas y separadas, los coloristas pueden alcanzar una vibración mas intensa, que una similar, pero que ha sido derivada, de una mezcla  sobre la paleta.
    A través de este método, la pureza del color se retiene, por mezcla óptica a una apropiada distancia; la cosa importante a recordar, es que si bien, los matices pueden ser modulados, los valores de cada color dentro de la escala, deben ser exactamente iguales.

CONSEJO AL PINTOR LE BAIL (Tomado de una carta de Camile Pisarro).

    “Busca el tipo de naturaleza que se ajuste mas a tu temperamento. El motivo debería ser observado, más por forma y color, que por dibujo. No hay necesidad de tensar la forma, la cual, pueda ser obtenida sin ello. El dibujo preciso, es seco y perjudica la impresión de conjunto, eso destruye todas las sensaciones. No definas con demasiada exactitud los contornos de las cosas, es la pincelada, del valor o color correcto, lo que debería producir el dibujo. Pinta el carácter esencial de las cosas, trata de transmitir eso por cualquier medio, sin molestarte a cerca de la técnica.
    Cuando pintes, ve lo que esta situado a la derecha y a la izquierda, luego trabaja cualquier cosa simultáneamente, no trabajes pedazo a pedazo, pinta todo a la vez, colocando tonos dondequiera, con pinceladas del color y valor correctos. Usa pinceladas pequeñas, e intenta poner tus percepciones inmediatamente. El ojo no debería ser fijado sobre un punto, mas bien, debe abarcar todo mientras observas las refracciones que los colores producen sobre los alrededores. Cubre las telas en la primera sesión, luego trabaja en ella hasta que veas que no hay nada que adicionar. No procedas de acuerdo a reglas o principios, pero pinta lo que observas y sientes. No seas tímido ante el natural; uno debe ser audaz, a riesgo de ser engañado y cometer errores. Se debe tener solo un maestro: LA NATURALEZA; ella es la única a ser consultada siempre.”

Fuentes consultadas:
ART IN THEORY (1815-1900). Charles Harrison, Paul Word y Jason Gaiger. Blackwell publishers.1998
OIL PAINTING TECHNIQUES AND MATERIALS. Harold Speed. Dover publications, New York.1987
Material elaborado por José Peña-2004, jpmarte73@yahoo.com

lunes, 6 de febrero de 2017

JEAN-PAUL LAURENS: MAESTRO DE PINTORES VENEZOLANOS.


Autoretrato. Jean-Paul Laurens 1876, óleo sobre tela, Galería de los Oficios, Firenze

BIOGRAFÍA.
    De origen muy modesto, Jean-Paul Laurens nace en Fourquevaux en el año de 1838, luego de manifestar tempranamente su vocación por la pintura, su padre lo confía a la edad de 13 años, como aprendiz de unos pintores italianos nómadas del Piemonte, encabezados por un tal Antonio Bucaferrata. Luego de trabajar con ellos como asistente en diversas decoraciones para pequeñas iglesias pueblerinas, Laurens manifiesta su inconformidad con ese estilo de vida errante, y escapa de la caravana, regresando a la ciudad de Toulouse con su familia, que a pesar de su pobreza, logrará posteriormente hacerle entrar en 1854 a la escuela de pintura de esa ciudad.
    Uno de sus profesores, Jean-Blaise Villemsens, nota su talento y le anima a continuar sus estudios, prodigándole su protección personal; seis años más tarde, Laurens obtendrá una bolsa de estudios por tres años, a fin de poder viajar a Paris e inscribirse en la gran Ecole des Beaux-Arts en el atelier dirigido por León Cogniet. Laurens, hará su primer envío al Salón Oficial en 1863, luego de fallar en la obtención del codiciado Prix de Roma en 1861 y en 1863, decide no participar más en tal concurso, prefiriendo exponer sus obras solo en el Salón.
    Su reputación se afirma a partir de 1872; dos años más tarde, será hecho caballero de la Legión de Honor. En 1876, el Museo de los Oficios de Florencia, le encargara su autorretrato para ser destinado a la famosa galería de artistas que de ese género ostenta tal institución, lo cual, era un claro signo de reconocimiento internacional. En 1877, obtiene la Gran Medalla de Honor del Salón por su obra titulada “El estado mayor austriaco ante el cadáver de Marceau”, que será muy difundida por la reproducción. Tal éxito, le abre definitivamente las puertas de la gloria, recibiendo encargos oficiales para realizar pinturas murales en el Panteón, La Sorbona, el teatro del Odeón, el Palacio de la Legión de Honor, así como para el Hotel de la ciudad de Baltimore en los Estados Unidos.
    En su larga carrera, acumula honores y cargos: Director de la Academia de Toulouse, profesor en la Ecole des Beaux-Arts y en la Academia Julian, miembro del Instituto en 1891, Gran Oficial de la Legión de Honor en 1919, antes de conocer un relativo olvido luego de su muerte ocurrida en París en 1921. Jean-Paul Laurens se erige como uno de los grandes pintores realistas franceses, que habían considerado la pintura como una exploración ardiente del pasado.

PROFESOR POR MÁS DE 30 AÑOS.
    Jean-Paul Laurens desarrollo una longeva labor pedagógica, tanto en la oficial Ecole des Beaux-Arts (desde 1885) y en la Academia Julian (desde la década de 1870). En ésta última, compartió el atelier con el pintor Benjamín Constant desde 1887, asistiendo a una gran cantidad de estudiantes de todo el mundo, entre ellos, muchos latinoamericanos.
    Buena parte de los pintores venezolanos, que por una u otra razón, viajaron a Europa en el siglo 19 y comienzos del siglo 20 estudiaron en la Academia Julian en el atelier de este artista francés. La relación de Laurens con nuestros pintores, ha sido poco estudiada y documentada; al parecer se remonta a mediados de la década de 1850, cuando nuestro pintor Martín Tovar y Tovar llegó a Paris y se inscribió en el atelier privado de León Cogniet, quien a su vez, era maestro de Laurens en la Ecole des Beaux-Arts. Es muy probable que al formar ambos parte del entorno de tal maestro se conocieran, iniciando una larga amistad.
    Será Tovar, quien entre 1884 y 1885, recomendara quizás, tanto a Cristóbal Rojas como a Arturo Michelena, inscribirse en la Academia Julian y en específico, en el taller de Laurens donde encontrarán a Emilio Boggio, quien se encontraba estudiando allí desde hacía algún tiempo; a ellos se sumara poco después Carlos Rivero Sanabria.
    En el año de 1896, otro venezolano, José María Vera León viajará becado a Paris inscribiéndose en el taller de Laurens, seguramente influenciado por la fama que tenía éste como mentor de Michelena y Rojas. El último pintor de nuestro país que pasó por el taller de Laurens fue Tito Salas, quien en abril de 1905 viajo a Francia becado por el gobierno del general Cipriano Castro; Salas llevaba una recomendación de su primer maestro Emilio Maury (antiguo estudiante de Laurens en la década de 1870), solicitando adicionalmente a su llegada consejo al pintor francés Georges Rochegrosse (profesor de la Academia Julian para la época). Tito salas además cursará estudios en la Academia Grande Chaumiere, donde tuvo como mentores a Lucien Simon y a René Prinet entre otros.


Jean-Paul Laurens atendiendo sus clases en la Academia Julian, Paris, alrededor de 1885


Fuentes utilizadas.
PEINTURES ET SCULPTURES DU PANTEON. Francois Mace de Lepinay, ediciones del Patrimonio, Paris 1997.
JEAN-PAUL LAURENS (1838-1921). Emmanuel Fouguerat, Colección Innothera, s/f.

Recopilación e investigación de José Peña, Caracas, Venezuela, 2006. jpmarte73@yahoo.com

domingo, 5 de febrero de 2017

PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LA TRADICIÓN ACADÉMICA EN PINTURA.

Fragmento del Hemiciclo de la Ecole des Beaux-Arts en Paris. Paul Delaroche, óleo, 1837.

El trazo esencial de la actitud académica, reside en la permanencia que ésta da a la usualmente llamada PINTURA HISTÓRICA. Este tipo de pintura se propone ilustrar narraciones que presentan al hombre en sus aspectos heroicos, escogiendo con preferencia, los incidentes que tipifiquen los recurrentes patrones que gobiernan la conducta humana de época en época.
En los siglos 17 y 18, esos temas eran tomados generalmente de la Biblia, de la literatura griega o romana y de alegorías. En el siglo 19, tales temas se ampliaron incluyendo literatura de otras tierras y épocas; la superioridad de la pintura con este tipo de antecedentes literarios fue ejercitada por la mayoría de los pintores líderes de la primera mitad de dicho siglo y por una cantidad menor de ellos en la segunda.
A través de los siglos, los pintores que fueron absorbidos por el objetivo de la pintura histórica sintieron que ésta podía ser mejor alcanzada por medio de una completa representación. Lo que quiere decir, describir el incidente con suficiente verosimilitud para evitar que el espectador fuese irritado por la descripción.
Arte académico de primera línea siempre proporciona un sentido de alto significado por el tema tratado. La destreza de alta calidad que formaba parte de los propósitos de los pintores académicos, solo puede ser producida por una mano la cual, es dirigida por excepcionales facultades en un alto grado de tensión.
El artista más reverenciado por la tradición fue Rafael Sanzio, el de la última manera romana, el de los frescos y cartones. Los hermanos Carracci y sus seguidores fueron colocados casi al mismo nivel con Rafael. Las estatuas que vinieron de la antigüedad romana fueron tomadas como modelos. Todas esas influencias hicieron un ÉNFASIS SOBRE FORMA MAS QUE SOBRE COLOR, y la tradición académica siempre ha insistido sobre DIBUJO. Al paso del tiempo, los artistas propusieron estándares en el tipo de cuadros que ellos deseaban producir, llevándolos a resaltar el dibujo de tipos generalizados, más que en representar el carácter exacto del modelo en particular. Aquello fue una materia sólo de énfasis, y mientras que ambos tipos de dibujo fueron practicados, se produjeron resultados admirables.
Junto con el dibujo, los pintores de temas históricos se preocuparon mucho sobre composición. La composición favorecida por los académicos tuvo por propósito esencial UNA CLARA Y DIGNIFICADA REPRESENTACIÓN DEL INCIDENTE A SER DESCRITO. Aquella fue sobre todo una composición narrativa, concentrándose sobre la acción central de las figuras. Se insistía que los gestos y distribución de las figuras por si mismas fuesen suficientes para contar la historia. El estudio del tipo de dibujo y de composición favorecido por la tradición académica, de seguro necesitaba de un conocimiento en anatomía y perspectiva aplicada, también como una muy amplia cultura general.
Usualmente se ha dicho que el color era la gran debilidad de la pintura académica. Ahora, gusto en color, es de todas las cualidades que un pintor pueda tener, más bien un don natural, prácticamente un instinto. Este, es muy poco influido o cambiado por la enseñanza, de manera que el entrenamiento académico muy probablemente no tuvo ninguna influencia en reducir el número de coloristas. El pintor de cuadros históricos nunca puede tener ante sus ojos la escena que trata de representar, siendo obligado a encontrar su color por una formula, más que por una cuidadosa transcripción.
Además, ES UNA PARTE INTEGRAL DE SU PROPÓSITO que su cuadro debe sugerir cierto aire de antigüedad o de tiempo remoto. La adopción de una fórmula para su color es uno de los medios por los cuales adquiere su efecto y además corresponde a la idealización en el tratamiento de sus formas.
El artista académico presenta un mundo protegido, idílico, impregnado de pureza, de pudor, de castidad. La distinción es una cualidad necesaria indispensable ante los ojos de los críticos de la época, y sin duda, del público, ella es inseparable del buen gusto.
La distinción se exprime en la escogencia de las actitudes, todas, ponderadas, harmoniosas, calmas, serenas. Los gestos son medidos, los sentimientos elevados. En esa búsqueda constante de la belleza ideal, el artista debe acceder a una maestría de las formas, debido a un conocimiento casi científico de la anatomía, sometiéndose a una observación escrupulosa del cuerpo humano. El arte académico se dirige, en primera instancia, al espíritu, a la inteligencia, es, maestría gobernada por la razón y el saber.

LA IDEOLOGÍA SUBYACENTE A LA FORMACIÓN ACADÉMICA.
El trabajo, la auto-crítica, la honestidad, el control de sí, la disciplina, son valores cardinales constantemente remarcados por la filosofía académica. La honestidad, es la conciencia del trabajo bien hecho, acabado, completo.

Fuentes consultadas:
TWILIGHT OF PAINTING, Robert Hale Ives Gammell, Parnasus Imprints 1990.
LE ECOLE DES BEAUX – ARTS, XIX ET XX SIECLES, Monique Segre, Le Harmattan ediciones 1998.
Resumen y traducción libre de José Peña, 2004. jpmarte73@yahoo.com 

Comienzos de la enseñanza Artística en Venezuela: La Academia de Bellas Artes de Caracas – Siglo 19.

Edificio de la antigua Academia Nacional de Bellas Artes ( Santa Capilla a Veroes ), hoy, es la  sede de la escuela de música José Ángel Lamas.  


Al parecer, fueron los reyes de España, los primeros en enviar al continente Americano, algunos cuadros místicos, con el designio de adornar sus templos y monasterios. Esos cuadros pertenecían en su generalidad a la escuela española, y fueron poco usados como motivo de estudio para los aficionados a la pintura de aquella época. Durante la Colonia, algunos profesores venidos de España y de otros países, iniciaron la enseñanza  del dibujo, la pintura, la cerámica, la imaginería y la platería.
Ya para comienzos del siglo 19, en tiempo de la emancipación política de Venezuela figuran los nombres de Juan Lovera y Pedro Castillo, como aquellos que lograron alcanzar algún aprovechamiento en el estudio del dibujo y la pintura, aun cuando no existían los medios y auxilios indispensables para obtener en la práctica los resultados que el arte requiere. Será Juan Lovera, quien con tales antecedentes se dedico a la enseñanza, no para transmitir a sus alumnos conocimientos que ignoraba, sino más bien el ardor y el entusiasmo que personalmente guardaba por el arte; cuentanse entre sus alumnos más destacados: Celestino Martínez y su hijo Pedro Lovera.
A escasos años de la Batalla de Carabobo, un grupo de hombres notables por su inteligencia y patriotismo, se dieron a la tarea de organizar al país, que se hallaba devastado por la cruenta guerra de Independencia y por toda clase de conflictos domésticos. El general José Antonio Páez, en su carácter de Jefe Superior, Militar y Civil de Venezuela, mediante decreto inspirado por el Libertador, y con la finalidad de dar cumplimiento al articulo 16 de la Ley Orgánica de Educación Publica, decidió la creación de la Sociedad de Amigos del País, el 26 de Octubre de 1829, y su primer presidente fue el doctor José Maria Vargas. Tal Sociedad, proyecto la fundación de 10 o 12 escuelas con sus correspondientes bibliotecas, y en las cuales se enseñaría: gramática castellana y latina, idiomas, agricultura, botánica, taquigrafía, música, dibujo lineal y natural así como caligrafía. Se estableció de igual modo, una clase de dibujo nocturna para los artesanos, dirigida por Joaquín Sosa, quien mostraba gran entusiasmo por difundir los conocimientos básicos que poseía.
El 29 de Enero de 1835, la Sociedad creo la Academia de dibujo y pintura, bajo la dirección de Joaquín Sosa, la cual, por no satisfacer las expectativas, fue reorganizada en 1838, fecha en la cual la Diputación Provincial de Caracas y la Dirección de Instrucción Publica establecen la Escuela Normal de Dibujo; esta, fue dirigida en sus comienzos por Celestino Martínez y posteriormente por Antonio José Carranza, quien desarrollo allí una intensa labor de 1836 hasta 1863. La Diputación de Caracas dictara una resolución el 3 de Diciembre de 1849, creando una Academia de Bellas Artes, ratificando a Carranza como director de la sección de dibujo y pintura.
Uno de los alumnos mas destacados de Carranza fue Manuel Cruz, quien gracias a la posesión de medios económicos, pudo viajar a España a continuar con sus estudios, siendo admitido en la Real Academia de San Fernando de Madrid trasladándose posteriormente a Roma. A su regreso a Venezuela, no pudo dedicarse a la pintura a tiempo completo, debido a la falta de encargos ambiciosos, radicándose en el pueblo de El Valle, donde trabajo la mayor parte del tiempo como agricultor, exponiendo algunas de sus obras de manera esporádica.
Como Carranza, Carmelo Fernández fue uno de los artistas fundadores de la enseñanza artística en Venezuela, quien se inicio en el dibujo bajo la dirección de un profesor de nombre Lassabe, quien dirigía una especie de escuela donde se enseñaban los rudimentos del arte. Fernández viajo posteriormente a los Estados Unidos, continuando sus estudios en la ciudad de Nueva York, con un profesor italiano de nombre Pinistre. Posteriormente Carmelo Fernández dirigió las clases de dibujo en el Colegio La Paz en Caracas, donde tuvo como alumnos aventajados a José Ignacio Chaquert y a Martín Tovar y Tovar.
Cabe señalar, que en esta época, la situación del país era crítica debido a los frecuentes alzamientos de los caudillos, que dembocaron en la Guerra Federal, sobreviniendo un periodo de desidia en la enseñanza de las artes. Nuestro país comenzara gradualmente a resurgir con los gobiernos personalistas de Guzmán Blanco y Joaquín Crespo (periodo histórico de 1870 a 1888). Será el General Guzmán Blanco quien proyectara el Instituto Nacional de Bellas Artes, que finalmente vera la luz bajo la administración de l también General Francisco Linares Alcántara, por medio del decreto publicado en la Gaceta Oficial n ° 1085 de fecha 3 de Abril de 1877. El Instituto Nacional de Bellas Artes se constituía de tres academias: Dibujo y Pintura, Escultura y Música. Las dos primeras ya existentes, quedaron incorporadas con la categoría de academias y estaban estructuradas por cátedras que se dividían en asignaturas. De las academias solo funcionaron la de Dibujo y Pintura y la de Música.
En el antiguo convento de San Francisco, actual palacio de las Academias, se habilitaron tres salones, para albergar el Instituto, cuyo primer director fue el General Ramón de la Plaza; el encargado de dirigir la Academia Nacional de Bellas Artes fue el pintor Emilio Mauri, de 1874 hasta su muerte en 1908, le sucederá Antonio Herrera Toro hasta 1914.
La Academia fue reformada en 1903, cuando el Congreso Nacional promulgo el Código de Instrucción Publica, el 3 de Junio de 1897, el cual irónicamente fue publicado cinco años y medio después, en la Gaceta Oficial n° 8753. La Academia de Bellas Artes se dividió en las siguientes secciones: dibujo y pintura, arquitectura artística y conservatorio de música y declamación; coincidiendo con su organización académica, empezó a funcionar en un edificio construido especialmente, situado de Santa Capilla a Veroes, junto con la Escuela de Música y Declamación. La Academia de Bellas Artes, cambiara de nombre el 4 de Julio de 1917, conforme a una  publicación oficial que la denominara Escuela de Artes Plásticas.

Fuentes Consultadas:
Argenis Madriz: LA ENSEÑANZA DE LAS ARTES PLASTICAS EN VENEZUELA
Ramón De La Plaza y La Asociación: EL ARTE EN VENEZUELA.
Material recopilado por  José Peña, Caracas-2005. Jpmarte73@yahoo.com

REALISMO, IDEALISMO Y DIBUJO ACADÉMICO.

Jeune fille, en buste, les yeux levés verse le ciel. Octave Tassaert, carboncillo/sanguina/creyon blanco sobre papel, Museo Bonnat, Bayona, Francia.




Buena parte de las personas piensan, que el registro minucioso de los detalles de la superficie, es una de las principales características del realismo.  Esto se puede verificar, en ciertos artistas y en ciertas escuelas (especialmente, aquella que John Ruskin influencia en Inglaterra y en Estados Unidos). Sin embargo se revela que tal practica, es tan compulsiva, como automática, y es vista, como estúpida.
La representación de los más ínfimos detalles, no caracteriza, de hecho, a todos los estilos de realismo; en el verdadero dibujo académico realista, operan ciertas escogencias, para crear una ilusión de la realidad.
El dibujante académico, simplifica u omite, los detalles de la superficie, con el objeto de amplificar los efectos de la luz y de la sombra, la ilusión del volumen, y el carácter del modelo. Por otra parte, hay numerosos dibujos, que buscan objetivos diversos, como por ejemplo: dibujos preparatorios, bocetos de la idea o de la composición, etc. De hecho, son raros los dibujos que constituyen, un fin en si mismo, en vez de ser parte de una etapa preparatoria, para un cuadro o para una escultura, anotación de efectos lumínicos, estudios anatómicos, de equilibrio, el movimiento de un drapeado o la expresión fugitiva de un rostro.
En materia de dibujo, los detalles del natural, son puestos en balance sin cesar, con los objetivos específicos del dibujante. Formulando esta cuestión, de una manera mas abstracta, los hechos visuales, son en si mismos interesantes, pero no adquieren la significación, sino después de ser organizados, criticados y juzgados por la inteligencia. He allí el porque, el desarrollo de los detalles, no constituyen una característica necesaria, de todos los estilos de realismo, de la misma manera que las formas, no son todas, percibidas visualmente como ensambles comprensibles, en el mundo natural.
Las obras tan apreciadas de los impresionistas franceses, son ilustraciones pertinentes, de las concurrencias del realismo óptico, y de los valores táctiles del realismo académico. En la pintura óptica o impresionista, el contorno de la figura humana, es más bien, disimulado, por algún objeto o sombra. Incluso, la unidad y las estructuras orgánicas, son enmascaradas por vestimentas, oscurecidas por la sombra, y deformadas por la luz directa del sol. Los realistas ópticos, que principalmente buscaban la deformación de las formas, por la luz y la sombra, rara vez se esfuerzan en corregirlas.
Los realistas académicos organizan, por el contrario, estas deformaciones ópticas, al seno de una estructura depurada y lógica, reconociendo todo, pero minimizando el efecto de desintegración que resulta. Lo que el busca, es una norma de claridad y de unidad. Por consiguiente, lo que el exige, es un contorno evidente, un equilibrio entre las zonas de luz y sombra, que contribuyan en la creación del volumen y de una forma tridimensional.
Las poses son cuidadosamente determinadas, de manera que todas las partes del cuerpo, sean vistas y comprendidas. Deformación y “laideur”, son evitadas.
Aquello que prela ante todo, es la representación de una unidad, reconocible como un cuerpo y como una persona, una unidad orgánica, desprovista de detalles susceptibles de distraer la atención. Estas son las principales características o principios, del estilo académico de base.
    El estilo enseñado en el curso de dibujo Gerome-Bargue, es un compromiso entre, por una parte, las cualidades intelectuales generalizantes del idealismo, y por otro lado, la precisión visual y la especificidad del realismo. Este compromiso permite evitar, a la vez, la tendencia a una simplificación exagerada, del trazo y de la forma, habitual a la práctica idealista, y las formas inciertas o alteradas, de los realistas ópticos.
Los realistas académicos, tratan el cuerpo humano con respeto; ellos honran su integridad y le confieren, dignidad y autonomía. Sus figuras piensan por ellas mismas, y sus movimientos, resultan de un pensamiento consciente. El realismo académico es un estilo, por esencia, humanista, inspirado principalmente por un interés en los seres humanos, en sus acciones, reacciones y destino. Aquello que constituye el gusto clásico, es ante todo, la asociación de características escogidas en la naturaleza por su belleza, y de un ideal de la perfección humana. Este gusto supone a la vez un ideal de la simplificación, orientado hacia las formas geométricas inteligibles, en sus superficies planas y contornos, y un rechazo por la deformación.
Las preocupaciones académicas, no entraban ni obstaculizan, el desarrollo de un estilo personal. El dibujo realista académico, es una mezcla de observación, de conocimiento y de ideas.

FUENTE CONSULTADA:
Gerald Ackerman, CHARLES BARGUE ET JEAN-LEON GEROME, COURS DE DESSIN, ACR ediciones, Paris (Francia) 2003.
Resumen y traducción libre José Peña, Caracas 2005. Jpmarte73@yahoo.com

LA MEMORIA VISUAL.

Cristo curando a los enfermos. Rembrandt, grabado, 1642-45. Pierpoint Morgan Library, New York.

Se ha visto que, un cierto numero de pintores en el siglo 19, en algún momento sintieron cuanto se había separado del natural, la producción pictórica del momento y comenzaron un movimiento, que desechaba las tradiciones de atelier y se dedico a estudiar, el natural, con un ojo sencillo, llevando sus telas al aire libre, e intentando luchar, con los secretos del natural.
El movimiento Prerrafaelista en Inglaterra, y el movimiento impresionista en Francia, fueron el resultado de ese impulso, y es interesante, contrastar las diferentes maneras en las cuales, este deseo por “más verdad al natural”, afecto a los temperamentos artísticos de ambos países.
El intenso individualismo inglés, examino cada detalle, pintándolo con pasión e intensidad, que hizo su pintura, un vivido medio para la expresión de ideas poéticas; mientras tanto, la mas sintética mente francesa, afronto esa búsqueda por la verdad al natural, desde el lado opuesto del efecto total, encontrando en la gran y generalizada impresión, un nuevo mundo de belleza. Su mente más lógica, los llevo a inquirir en la naturaleza de la luz, e inventar, una técnica fundada sobre principios específicos.
La memoria, tiene una gran ventaja sobre la observación directa, ya que retiene más vívidamente, las cosas esenciales, teniendo el hábito de ir perdiendo lo que no es esencial a la impresión pictórica. Lo que el pintor tiene que hacer, es fijar los hechos vividamente en su memoria, retener una especie de instantánea de cómo fue, de manera que ellas se mantengan en el, durante el proceso de elaboración de sus pinturas, guiando el trabajo.
Ahora, un cuadro, es un asunto de pintar sobre una superficie plana, y el dibujo es una materia, de ciertas marcas sobre un papel que trasladan lo intrincado de una impresión visual o imaginada, en los términos prosaicos de masas, pigmentos, líneas o tonos, siendo ese, el asunto de nuestra técnica. Sin embargo, la facilidad con la cual, el pintor será capaz de recordar una impresión, de manera que pueda trabajar de ella, dependerá, sobre sus poderes de analizar la visión en sentido técnico.
No es suficiente digerir en el recuerdo, el lado emocional de la materia vista (algo que debe ser hecho completamente), también es necesario, que la memoria del tema se lleve de manera, que tenga utilidad técnica; y la escena, debe ser acometida en la memoria, en los términos del medio que intentas emplear, para reproducir este (por ejemplo, en el caso de un dibujo: líneas y tonos). La impresión, tendrá que ser analizada, como si estuvieras ante la escena realmente, dibujándola en una pieza imaginada de papel dentro de tu mente.
Intenta particularmente, recordar el espíritu del motivo, y en este dibujo-memoria, algún garabato o torpeza, será necesariamente, hecho al principio, ya que no puedes esperar, que tu dibujo sea claro y definitivo usando la memoria (al menos al principio); y tu propósito deberá ser siempre, dibujar lo más claro y franco que puedas. Nota las proporciones de las líneas principales, sus formas y disposición, como si estuvieras dibujándolo, de hecho, lo harás en tu mente, memorizando las proporciones de las diferentes partes, y fija eso en tu memoria hasta el más pequeño detalle.
Si es solo el lado emocional del motivo lo que se memoriza, cuando llegue el momento de dibujar, te encontraras sin esperanza, porque es resaltable, cuan poco retiene la memoria de las apariencias vistas, si no se ha hecho un intento en memorizar, sus apariencias visuales.

El verdadero artista, aun cuando este trabajando del natural, lo hace también de memoria en gran parte. Eso quiere decir, que trabaja en un esquema sintonizado, con algún entusiasmo emocional, que fue inspirado por lo que vio. La naturaleza esta cambiando constantemente, pero el pintor no cambia la intención de su cuadro. El artista retiene la impresión inicial cuando pinta, y solo selecciona del natural, esas cosas que juegan, con esa impresión.
Será un artista débil, el que copia individualmente las partes de una escena, sin importar el efecto que ellas puedan tener en el momento que pinta, esperando, que la suma total de ellas, haga un cuadro. En la pintura o en el dibujo de un retrato, la memoria también será usada. El modelo variara mucho, en la impresión dada durante los días, y el artista debe, en las primeras sesiones cuando su mente esta fresca, seleccionar los aspectos que el se propone pintar, y mas adelante, trabajar ampliamente de la memoria recabada, de tales aspectos.
Tus facultades nunca estarán mas activas en ver cosas interesantes y finas, que en esos primeros contactos con el modelo a pintar. Ese es el momento para decidir tu esquema. Es el momento para establecer la impresión que deseas transmitir. Será también el momento, de aprender cuidadosamente tu modelo, y decidir, sobre lo que tú deseas que el cuadro sea. Luego de esa decisión, debes trabajar directamente hacia esa meta, usando el natural para soportar, tu impresión original.
    Entonces, no solo se usa la memoria, cuando se trabaja lejos del natural, sino también, cuando se trabaja directamente de ella.


    “Está muy bien que copies lo que ves; pero es mucho mejor, dibujar solo lo que ves en tu memoria. Hay una transformación, durante la cual, la imaginación trabaja en conjunción con la memoria. Tu solo pones, lo que ha hecho una real impresión sobre ti, lo esencial.
       Luego, tu memoria y tu invención, estarán libres de la dominante influencia del natural. He allí el porqué, los cuadros hechos por un hombre, cuya memoria ha sido entrenada y que además conoce cuidadosamente a los maestros y a su propio oficio, son, en su mayoría, trabajos remarcables, por ejemplo, Delacroix. “

                                                                                          Edgard Degas.

Fuente consultada:
Harold Speed, THE PRACTICE AND SCIENCE OF DRAWING, Dover Publications INC, tercera edición, New York.
Resumen y traducción libre José Peña, Caracas 2004. jpmarte73@yahoo.com

REPRESENTACIÓN COMO UN ELEMENTO EN PINTURA. (*)

El Taller. Joannes ver Meer, óleo sobre tela, 1665. Kunsthistorisches Museum, Viena.


    “El pintor producirá obras de poco merito, si el toma como su estándar, los trabajos de otros; pero, si el se aplica a si mismo, a aprender de los objetos de la naturaleza, el producirá buenos resultados.”         Leonardo Da Vinci.

    “Si la pintura y la escultura llegan a su fin, se deberá a que se intenta hacer ladrillos, no solo sin heno, sino también, sin arcilla.”        Henry Tonks.


    En Paris, cerca de la mitad del siglo 19, condiciones primariamente de origen político, trajeron un agudo conflicto, entre dos diferentes interpretaciones del arte de la pintura, conocidas hoy, como académica e impresionista, respectivamente. Entre ambas escuelas y sus mayores representantes, retenían una gran parte del conocimiento de la pintura acumulada durante los siglos precedentes. La aproximación de cada escuela, era respectivamente, la mejor adaptada, a cada objetivo en particular, pero, como tales objetivos eran diferentes, las enseñanzas de académicos e impresionistas, fueron establecidas sobre líneas divergentes. Los alumnos interpretaron los preceptos de sus maestros, como si fueran contradictorios entre si, mientras que, escritores y aficionados, presentaron las dos actitudes, como doctrinas antagonistas. Probablemente, eso no hubiera sucedido, si el cerrado contacto entre maestro y alumnos, que era una característica de los viejos ateliers, no hubiese sido perdido, a través  de la adopción de una nueva relación, la cual degenero, en el deplorable sistema de la escuela de arte, tan familiar en el siglo 20.
    Como resultado, esos dos métodos, que debían haberse comprendido como complementarios uno con el otro, fueron establecidos, como opuestos. La enseñanza impresionista, la más limitada de las dos, en alcance y en conocimiento técnico, pero la única en armonía con el prevaleciente espíritu de los tiempos, triunfaría en descrédito de los académicos. Pero la enseñanza, con la cual los pintores impresionistas sustituyeron la de sus rivales, fue construida sobre una base demasiado estrecha para producir, una escuela de pintura realmente fuerte. Habiéndose repudiado, muchos de los elementos esenciales, para una sana y durable tradición, la enseñanza impresionista, especialmente como esta fue dispensada en las escuelas de arte, rápidamente degenero en una caricatura de si misma, y fue responsable por un sorprendente número de manierismos y excentricidades, que fueron supuestos, como característicamente “modernos”.
   Para trazar el origen de esos desarrollos, uno debe trasladarse, al Paris del siglo 19. Por cerca de dos cientos años, Francia había liderado el mundo occidental, en lo que a materia de arte se refiere. A lo largo del siglo 19, artistas de todos los países de Europa, así como de Estados Unidos, viajaron a Paris a estudiar. Algunos de ellos, se residenciaron allí. Muchos otros, regresaron a sus naciones de origen y esparcieron las ideas que habían absorbido en la capital francesa. Las influencias de esas ideas sobre el desarrollo de la pintura, dondequiera, fue enorme. Otras escuelas existieron independientemente, como el caso del grupo Pre-rafaelista en Inglaterra y el de los Nazarenos, tanto en Roma como en Munich, pero su influencia fue limitada. La instrucción dada hoy en la mayoría de nuestras escuelas de arte (en U.S.A) en lo que a pintura representativa se refiere, se deriva de la enseñanza impartida por los pintores norteamericanos que estudiaron en Francia. Fragmentaria, desvirtuada, y distorsionada de su propósito original, tal enseñanza aun contiene un núcleo de sana práctica, la cual, un serio estudiante podría desarrollar y utilizar. Tal estudiante probablemente no podrá tener éxito, a menos que dé cuidadoso estudio, a los propósitos y métodos de trabajo, sobre los cuales, esa enseñanza fue originalmente basada.
    Podría ser poco aconsejable, embarcarse sobre tal estudio (que es el principal motivo de este libro), sin primero definir y limitar, los tipos de pintura con los cuales, el mismo se preocupa. Me propongo discutir a cerca de la pintura, solo, en su tradicional aceptación, hablar de la pintura, que incluye la representación, como uno de sus elementos esenciales. Esta representación, podría ser bastante exacta o literal, o por el contrario, sumaria y estilizada. Pero, en los tipos de pintura considerados en este libro, representación es una parte del esquema pictórico y las cosas representadas, se suponen, reconocibles a un observador de inteligencia average. Tal pintura, se distingue de esas artes aplicadas, que adornan los objetos con formas no-representacionales, cuya función es, embellecer las superficies, sobre las cuales se pintan. Tal pintura, también se distingue, de esas formas que han nacido en tiempos recientes y que buscan su efecto, a través de medios que no representan.
    Hoy, muchas personas creen, que este ultimo tipo de pintura, que no representa, será la pintura del futuro. Aún, si ese fuera el caso, es inconcebible, que la nueva forma, logrará desplazar la pintura representacional. De tener un futuro brillante (tal como lo piensan sus patrocinadores) la pintura abstracta, podría abrir el camino, a una forma de arte muy distinta de la pintura tradicional, enriqueciéndose la civilización por medio de ello. Pero, el tipo de pintura, que usa la representación, como un medio para alcanzar sus fines, no será abandonada, mientras el hombre civilizado exista. Algunos serán siempre profundamente removidos por el espectáculo del mundo visible, y del cual, desearan registrar sus impresiones, en línea y en color. Siempre habrá personas, que deseen llevar sus imágenes mentales del mundo, sobre la tela. Todos ellos serán, en el futuro, pintores de cuadros que representan, tal y como lo fueron en el pasado. Y como en esa época, también tendrán audiencia, en la vasta multitud de hombres, para quienes tales cuadros, son una alegría y un consuelo, del cual, no podrían fácilmente prescindir.
    La misteriosa urgencia, que lleva a ciertos individuos a dedicar sus vidas a la pintura de cuadros, usualmente toma una de las siguientes tres formas. Algunos artistas, serán estimulados primariamente, por el deseo de poner sus impresiones de lo que observan en su entorno, otros, trataran de dar forma visible, a un mundo ideal de su propia imaginación, otro finalmente, deseara decorar con cuadros, grandes superficies, que formen parte de un ensamble mayor. Ciertamente, muchas bellas obras, combinan cada uno de esos tres objetivos mencionados. Pero uno de ellos, invariablemente, tendrá precedencia sobre los otros dos, y tanto el grado como el tipo de representación utilizada, variara de acuerdo al propósito en la mente del artista. De los tres tipos mencionados, será el de los pintores fascinados por los aspectos del mundo visible, el que dará la mayor importancia, a los elementos que representan, los pintores decorativos, lo harán en menor grado.
    Pero, para todos ellos, la representación es el medio de expresión mas efectivo a su disposición. Cualquier cosa reconocible “como” un objeto familiar, atraerá inmediatamente, y tendrá la atención del espectador. Esto se demuestra claramente, cuando el ojo es llevado por figuraciones accidentales, que pueden ocurrir en siluetas ornamentales. Podríamos decir que, o se ignora escrupulosamente la representación o se le usa en la forma adecuada, para que contribuya realmente, al efecto buscado en la obra.
    Allí reside, la singular importancia que para un pintor tiene, un sano entrenamiento, en las destrezas básicas de su arte, y que debe ser recibido, temprano en su vida. De todos los procedimientos, consejos, métodos, y habilidades especiales, requeridas por un artista para transformar su concepción inicial en un cuadro que pruebe ser, un viable trabajo de arte, será la habilidad para representar las apariencias de cualquier cosa que el pueda seleccionar, la mas importante y la mas difícil de adquirir. Esta habilidad puede, de hecho, solo ser adquirida, por una persona con excepcional aptitud innata para la pintura. Pero aun, tal persona, será capaz de registrar las formas y los colores de los objetos, con exactitud y distinción, solo después de un largo entrenamiento y bajo un maestro competente en tal arte. Ha sido probado abundantemente, que tal entrenamiento, es solo efectivo, durante los años formativos de un artista. Luego de sus tempranos veinte años, su percepción de las formas, deja de ser, suficientemente educable. Los grandes pintores del Renacimiento y del siglo 17, comenzaron su aprendizaje, alrededor de los 14 o 15 años. No conozco, de un solo dibujante del primer rango, cuyo entrenamiento haya comenzado, luego de sus 18. Los errores y omisiones en el entrenamiento temprano de un pintor, son irreparables.
    Durante los primeros años de su entrenamiento, cada estudiante de arte hace deficientes exposiciones del color y de la forma, pasando sucesivamente de un tipo de exageración a otra, y es la dificultosa tarea de un maestro, la de enseñar a sus alumnos a reconocer esos errores y a corregirlos. La apariencia en sus trabajos, de varias distorsiones y exageraciones, parecen ser el pan de cada día en el desarrollo del joven pintor, tales manifestaciones, son igual de familiares a todas las escuelas de arte. Cuando el progreso de un estudiante finaliza precozmente, los errores particulares, que el estudiante era propenso a cometer, continuaran apareciendo en su trabajo como manierismos, si el decide pintar. Es frecuente, que faltas similares a las propias, parecen atraer a este tipo de pintor, dondequiera que las descubre, en los trabajos de otro pintor. Ninguna estima del arte moderno estará completa, a menos que se tenga conciencia, de sus peculiaridades psicológicas.
    Otro factor que ha contribuido, a hacer poco convincente, la representación pictórica al gran público, es nuestra constante y creciente familiaridad, con las artes y oficios, de las civilizaciones remotas y de los pueblos primitivos. Las investigaciones arqueológicas y los descubrimientos de algunos viajeros, nos han puesto en contacto, con muchas culturas extrañas a la tradición europea. El conocimiento de esas formas exóticas, incuestionablemente, ha extendido el ámbito de nuestra comprensión estética, y ha influenciado grandemente al arte contemporáneo. Museos y bibliotecas, se han convertido en vastos repertorios, a los cuales, creativos artistas pueden consultar, en busca de inspiración o de ideas, y tales tesoros recientemente descubiertos, han contribuido mucho en la renovación de nuestro sentimiento, por el diseño y el color decorativo. Pero la disponibilidad de tantos tipos de expresión artística y de formas de representación, no ha venido sin peligro, tanto para estudiantes como para aficionados, ya que, siempre será imposible, aun para el mas avezado y estudioso artista de hoy, el penetrar completamente, la intención de los hombres que vivieron y trabajaron, con un  punto de vista completamente diferente al nuestro, y es extremadamente fácil, imitar las características superficiales de esos lenguajes extranjeros, suficientemente bien, como para impresionar a personas, con poca comprensión de los originales. Este tipo de imitación, es comparable, a repetir como un loro, los acentos y las entonaciones, de un lenguaje, sin conocer su vocabulario o sintaxis.
    Eclecticismos tan ingenuos, han provisto, un escape para muchos estudiantes, que se encuentran incapaces a si mismos, de usar el lenguaje pictórico de la tradición europea. Un artista se beneficiara poco, del estudio de formas extrañas de expresión, a menos que primero haya aprendido, el lenguaje de su propia raza y tiempo.
    Theophile Gautier, gustaba decir sobre si mismo, que el era un hombre, para quien el  mundo visible existió. Un pintor, es primero que todo, un hombre, para quien el mundo visible existe. Para  éste, el mundo visible, es tan vivido y estimulante, y está tan cargado con excitación y significado, que no le deja descanso, sino que por el contrario, le urge a trasladar sus variados fenómenos. Esta es la gran característica, que coloca, a un pintor potencial, a parte de los otros hombres, y un hombre tal, no cuestionara la supremacía del mundo natural, como una fuente de inspiración y de inagotable dispensador del material para su arte.
    Algunos de los principales grupos modernos, nos dicen, que no forma parte de sus propósitos, transcribir lo que ellos ven o copiar elementos del mundo visible. Si comprendo correctamente esa acepción, tales pintores, repudian la representación, llamándola, una mera imitación de las formas superficiales. Su propósito, es crear un “orden formal” derivado de la mente, más que del natural, y además visualizan la pintura, como un lenguaje de creación imaginativa, no, como un “reporte objetivo”. A través de ese “orden formal”, concebido cerebralmente, tratan de expresar la naturaleza interna de las cosas, mas que su apariencia externa, y transmitir las emociones provocadas por un objeto, sin describir el objeto mismo.
    Esos son, ciertamente, objetivos exaltados, y el lenguaje a través del cual, ellos son descritos, tiene un fuerte apelo en la gente, que solo se interesa en la pintura, cuando ésta, es interpretada en términos, de algo mas allá. Podría ser precipitado, profetizar, que los propósitos de esos artistas, nunca serán alcanzados, por los métodos que han adoptado. Quizás, si lo serán. Pero en el tiempo presente, los cuadros que ellos han producido, solo sirven para enfatizar la discrepancia, entre sus programas y su ejecución. La falacia en su teoría, como un pintor trabajando hipótesis, viene dolorosamente visible, en los casos, que algún objeto es reconociblemente retratado, en una de sus telas, ya que, tan pronto como algunas de esas formas, parecen asemejarse a la cabeza de un gato o a una montaña, el observador promedio, se hace crítico, de la efectividad de esa representación. Retratar genuina y efectivamente cualquier cosa, solo ha sido alcanzado, luego de un largo estudio de sus apariencias, hecho por un hombre de una visión, excepcionalmente sensible, capaz de poner sus impresiones, con manos altamente adiestradas. Incluso, una trascripción común (por ejemplo, una que sea digerible a cualquier ojo promedio), requiere, de una considerable destreza y conocimiento. Y el necesario conocimiento, se adquiere, solo a través del estudio, de precisamente, esos aspectos visuales de la naturaleza, que los nuevos pintores, se enorgullecen en ignorar.
    Aparentemente no comprenden, que las formas, que ellos profesan dibujar desde el interior de sus mentes, simplemente son, memorias fragmentarias, de esos aspectos visuales de la naturaleza externa, memorias, demasiado ligeras e incompletas, para ser utilizadas efectivamente como material artístico, a menos que, sean reforzadas por observación y estudio.
    Pocos años atrás, una discusión sobre la importancia de la representación, como un elemento de la pintura, podría parecer fuera de lugar. El actual cambio de opinión, se debe principalmente, a los grupos que ya cite en el capítulo anterior: los escritores y  aficionados extremistas, hombres de vena literaria, personas meramente inefectivas en cualquier cosa que ellos hacían, o profesionales de otros campos, que encontraban en colores y pinceles, un momento de relax, fuera de sus mejores ocupaciones. Todos ellos, son personas para los cuales, el mundo visible, no importa grandemente. Si fueran ellos, quienes escribieran acerca de los cuadros, ¿serían capaces de detectar la diferencia, entre una sensitiva, inteligente y controlada pieza de pintura y un perfomance ignorante ?
    La pintura ha sido invadida por personas, para quienes los aspectos del mundo visible tienen poco significado. Es como si la profesión de músico, fuera tomada por compositores, ejecutantes y críticos, que fueran sordos al tono.
    Representación es un elemento integral de la pintura, pero el grado y el carácter de la representación usada, ha variado, de acuerdo con el desarrollo del arte y del propósito del artista. Un detallado análisis, de la relación entre esos factores, a través de los siglos, podría estar fuera de lugar en el presente libro. Lo que nos ocupa, es el declive de la pintura en el tiempo presente. Tal declive es el resultado, del conflicto entre diferentes maneras de representación, el primero, favorecido por los pintores académicos del siglo 19, el segundo, por sus contemporáneos, los impresionistas. Los propósitos de ambos grupos, fueron fundamentalmente diferentes, y la realización de esos fines, requirieron diferentes medios técnicos. Los propósitos de ambos, pertenecen, a las recurrentes aspiraciones de los pintores; los académicos, intentaban describir el mundo de la imaginación, los impresionistas, registrar los aspectos de lo que vieron.
    Ambos grupos produjeron, muchas finas pinturas, las cuales, eventualmente tomaran su lugar permanente, en las galerías de arte del mundo, de las cuales, han sido excluidas por largo tiempo.

    El interés inmediato para el estudiante de pintura, reside en su respectiva actitud, hacia la representación. En esas actitudes, el estudiante de arte encontrará, material de inestimable valor para su desarrollo como un pintor. Del conflicto, entre esas dos actitudes, y del posterior colapso de todos los estándares de artesanía, el historiador y el lector curioso, a cerca del arte moderno, descubrirá, la explicación de muchas cosas, que han sido perpetradas en el nombre de la pintura, durante los últimos 30 años.

(*) Robert Hale Ives Gammell (1893-1981) : TWILIGHT OF PAINTING (1946), Capitulo 3, pp 34-39, segunda edicion de Parnassus Imprints, Orleans, Massachusetts (USA), 1990.
Traducción libre del pintor José Peña, Caracas 2005. jpmarte73@yahoo.com