domingo, 12 de febrero de 2017

EL CONCEPTO IMPRESIONISTA DE LA “GRAN MIRADA”


En el estudio. William Paxton, óleo sobre tela, 1905, colección privada.


“Excelencia nunca será adquirida por un artista, a manos que él tenga el hábito de observar sobre los objetos de manera amplia, y aprecie el efecto que estos tienen sobre el ojo cuando se le desenfoca, y luego, se le emplea sobre el conjunto de la escena sin detenerse en sus distintas partes.”
                                                                             Sir Joshua Reynolds, discurso IX

“Deja que las superficies fluyan la una en la otra en una flexible envoltura de luz y pintura…haz que el cuadro parezca hecho en una sesión; haz que los objetos naden en el aire, pinta todas las cosas en relación con el foco.”
                                                                            William MacGregor Paxton, 1901

            Muchos de los pintores llamados impresionistas, que expusieron juntos sus obras en los años de 1874 y 1886, estaban en desacuerdo con que se les diera tal nombre a su movimiento. El mismo, tuvo su origen en el título de una pintura de Claude Monet llamada “impresión del amanecer”. Muchos críticos hostiles, usaron frecuentemente el término impresionista, para burlarse de ese nuevo estilo de pintura.
            Algunos artistas preferían la frase “independientes”, para designar al grupo ya que era una reunión de individuos quienes habían escogido trabajar separados del establecimiento académico, y mostrar sus obras fuera del salón oficial. Si seguimos la verdadera definición de impresionismo, descubrimos que los fundadores de ese movimiento no eran tan heterogéneos.  Si bien, todos mostraron algunas características de “impresionismo” en sus obras, buena parte de ellos no fueron devotos adherentes de aquel.
            El verdadero impresionismo, no está basado sobre una teoría de color, sino sobre un avanzado concepto de observación. A este punto, debemos comprender que observar no quiere decir copiar servilmente. El verdadero concepto impresionista de visión u observación, es un nivel de comprensión realizado en pintura. Copiar es un proceso mecánico, el cual, puede incluir este tipo de comprensión o no.
            El verdadero impresionismo “agarra la escena” ante sus ojos como un conjunto, e intenta transcribir a su tela la impresión que esa entidad hizo sobre él. Un realista común, pintará su visión de cada objeto por separado, y su obra finaliza por ser una compilación de observaciones separadas, las cuales, en realidad son incompatibles entre sí. Tal cuadro, podría ser el resultado de una gran labor y de considerable destreza, pero no requiere el poder de síntesis y coordinación necesarios para hacer una pintura impresionista.
Se trata que cuando observamos sobre una escena o composición en el natural, no vemos todo con igual definición; nosotros podríamos estar conscientes de tres o cuatro masas yuxtapuestas, con diferentes grados de color luminoso u oscuro; probablemente sólo vemos unos pocos detalles, y sobre ciertos objetos dentro del campo de visión.
El concepto impresionista de la “gran mirada”, se remonta a sus pioneros: Velásquez y Vermeer; y fue traído al Continente Americano, y en específico a los Estados Unidos, por un grupo de pintores de esa nación, los cuales, habían viajado a Europa a estudiar su arte. La mayoría de ellos, recibió la formación tradicional impartida en las grandes academias de Francia y Alemania, y además, asimilaron mucho de las corrientes independientes que tuvieron su apogeo en el Paris de la última mitad del siglo XIX.
Algunos de estos artistas, fundaron en 1897 un grupo llamado “Los Diez”, constituido principalmente por impresionistas; otro grupo de ellos (por ejemplo Frank Benson, Edmun Tarbell, Joseph DeCamp y William Paxton), conformarían la llamada “Escuela de Boston”.
Un gran activo, asociado a la técnica de la “Escuela de Boston”, es una cierta amplitud de visión y un énfasis sobre “la gran mirada”. Este concepto, se propone enfocar en una sola visión, tanto como para abarcar el conjunto de la escena a ser pintada. La grandeza, unidad de efecto y la gran poesía del natural, sólo puede ser alcanzada por el cuidadoso estudio de las partes, subordinándolas a la idea central, de cómo ellas se relacionan con el todo. El detalle es minimizado.

Fuentes consultadas:
VERMEER. James Robinson. Artículo publicado en el Clasical Realism Journal, volumen 4, nº 1, 1997.
THE ART OF SEEING. Robert Cormier. Artículo publicado en el Clasical Realism Quaterly, volumen 1, nº 3, 1986.
MASTERING THE ART OF PORTRAITURE. Carl Samson. Artículo publicado en el Clasical Realism Journal, volume 2, nº 2
TWILIGTH OF PAINTING. Robert Hale Ives Gammell, Parnasus Imprints, 1990.

Recopilación y traducción libre de José Peña, Caracas 2004, jpmarte73@yahoo.com

viernes, 10 de febrero de 2017

LA ACADEMIA JULIAN: UNA LEYENDA EN LA ENSEÑANZA DE LA PINTURA


Rodolphe Julian, fundador de la Academia Julian. Foto, Reunión de Museos Nacionales de Francia.

La Academia Julian, fue fundada en 1868 por el pintor Rodolphe Julian en un local del Pasaje de Panoramas (2º distrito), en el barrio parisino de Montmartre. Cuando el pintor venezolano Arturo Michelena llegó a la capital francesa a mediados de 1885 becado por el gobierno del general Joaquin Crespo, dicha Academia era muy popular en los ambientes artísticos de Francia, y tenía cada vez más, un creciente prestigio a nivel mundial.
            La mencionada institución, funcionaba con el sistema de ateliers separados (además del ubicado en el Pasaje de Panoramas, tenía otros distribuídos en varias partes de Paris, los principales se ubicaron en el nº 31 de la calle del Dragón, otro en el nº 51 de la calle Vivienne, otro en el nº 48 de la calle Faubourg Saint-Denis y uno en la calle de Berri). Cada uno de sus ateliers, se encontraba bajo la dirección de una pareja de profesores (para el momento de la llegada de Michelena, algunas de ellas estaban conformadas por Jean-Paul Laurens y Benjamin Constant; William Bouguereau y Gabriel Ferrier, y otra por Jules Lefebvre y Toni Robert Fleury. Todos ellos, reconocidos representantes de la pintura académica francesa de la época.
            La enseñanza recibida allí por parte de Arturo Michelena, respondió esencialmente a los estándares clásicos desarrollados por la pintura académica francesa del siglo 19. Su horario era de 8 am a 12 m, y de 1 a 5 pm; de esa hora y hasta las 7 pm, había sesiones de dibujo adicionales. Los profesores venían a corregir habitualmente los días martes por la mañana, dando un tema para el concurso semanal de composición (también existía un concurso mensual del mismo tipo, por medio del cual, se distribuían los lugares frente al modelo cada mes).
La Academia Julian estaba abierta todo el año. Una de las principales facilidades ofrecidas por la Academia a sus estudiantes, era la inexistencia de examen de admisión; adicionalmente, era una de las pocas instituciones artísticas de la ciudad que ofrecía instrucción en el arte de la pintura a las mujeres (desde 1880). La misma, también tenía una sección para la escultura y se instaba a los alumnos a tomar cursos de anatomía, perspectiva e historia. Posteriormente, se abrieron clases de ilustración, artes gráficas y dibujo para niños (en 1906).


Atelier Bouguereau en la Academia Julian. Jefferson David Chalfant, óleo, 1891. M. H. de Young Memorial Museum.

            Durante la primera guerra mundial, la Academia Julian vio severamente reducidas sus actividades. La misma, estuvo completamente cerrada durante la segunda gran guerra. Al finalizar este último conflicto, en el año de 1946 dos de sus ateliers son vendidos a Cecile Joubert, quien los venderá  posteriormente en 1960. Los ateliers de la calle del Dragón son canjeados por Guillaume Met Penninghen y Jacques Andon en 1959 a André Corthis, heredero de Rodolphe Julian, y luego integrados en el taller Penninghen para convertirse en la Escuela Superior de Artes Gráficas de Penninghen 1968. Los talleres de la calle de Berri serán encabezados por Cécile Beldent y André del Debbio hasta 1973, cuando fueron expropiados finalmente. André Del Debbio condujo a partir de esa fecha, la Academia Julian-Del Debbio, profesando la escultura y el dibujo con modelo vivo. La Académie Julian es ahora parte de la Escuela Superior de Artes Gráficas (ESAG).
            Por sus aulas, pasaron varios pintores venezolanos, no sólo Arturo Michelena, sino también Cristobal Rojas, Emilio Boggio, Carlos Rivero Sanabria, Emilio Mauri, Tito Salas y Vera León; cabe destacar que algunos de ellos, también asistió de manera adicional a sesiones  de dibujo y pintura en otras célebres escuelas del mismo tipo como la Academia Colarossi y La Grande Chaumiere. Lamentablemente, el paso de todos estos compatriotas por dichas instituciones, no ha sido objeto de estudio por parte de los historiadores del arte de nuestro país. Personalmente, tuve la oportunidad durante una breve visita a Paris en agosto de 2002, de ubicar el taller de la calle del Dragón (cerrado por vacaciones escolares en aquel momento) y la Grande-Chaumiere, cuyas fotografías, acompañan este artículo.


El autor del presente artículo, frente al atelier de la antigua Academia Julian, en la calle del Dragón, Paris, agosto 2002.


Academia La Grande-Chaumiere, ubicada en el nº 14 de la Calle Grande-Chaumiere. Foto tomada por el autor en Paris, en agosto de 2002.


Fuentes consultadas:
Le Academie Julian a Cent Ans. Herold Martine, Paris 1968.
New ligth on The Academie Julian and its founder. Catherine Fehrer, Gazette des Beaux-Arts, Paris 1982.
Le voyage de Paris: Les americains dans les ecoles d art. 1990.

Investigación de José Peña, Caracas 2004, jpmarte73@yahoo.com


LA ESCUELA IMPRESIONISTA DEL SIGLO 19.


Autorretrato. Camille Pisarro


Con el movimiento impresionista fueron por primera vez reconocidos, el conjunto de los hechos de la visión. La mayoría de la gente se halaga a si misma, con la errónea idea, que su posesión de dos ojos sanos, los ha dotado con el poder de observación.
    Los animales poseen ojos sanos, y para nosotros esta fuera de dudas, que  ellos ven muy agudamente; sin embargo, el olfato parece ser el sentido que les de mas conocimiento de los fenómenos externos. La humanidad ha desarrollado las percepciones del ojo, solo lo suficiente, para administrar su supervivencia.
    Esas percepciones están más conectadas con el sentido del tacto, que con la sinfonía prismática de los colores que la luz introduce en los ojos y que luego se despliegan en nuestra retina. Las percepciones en la retina, como sensaciones de color, han venido muy tardíamente en la historia de nuestra raza; y esa fue, la fundación de lo que se llamo: el movimiento impresionista del siglo 19.
    Los rayos de luz rechazados, o mejor dicho, refractados por los objetos (los cuales representan su color), pasan a través de la atmósfera, experimentando modificaciones; de manera que para el momento que esos rayos alcanzan nuestra retina, pueden ser muy diferentes de lo que eran, cuando se reflejaron en la superficie de los objetos.
    Tal disociación del color desde los objetos y la concentración sobre la imagen en la retina, coloco a los pintores, ante un campo de visión, enteramente nuevo. Se considero que ya no era necesario construir un cuadro, por medio de un laborioso estudio, de los contornos de los objetos sólidos; rellenándolos posteriormente. Con luz, sombra, color local, perspectiva aérea, etc. El cuadro visual, podía ser ahora estudiado por que realmente es: VARIADOS RAYOS DEL ESPECTRO SOLAR PASANDO AUN PUNTO DETRÁS DEL OJO (LA RETINA).
    Si el pigmento puede ser manipulado sobre la superficie pintada, de manera que refleje la luz al ojo, en cantidades similares a las observadas en la naturaleza, la ilusión de la apariencia real se produce. Eso es, lo que impresionistas ópticos como Monet, hicieron. En vez de un contorno cuidadosamente dibujado, el cual, era rellenado con colores, el pintor considero el objeto ante sus ojos, SOLO COMO COLOR; dibujando SOLO las formas de esas masas de color. Se escogieron los colores del arco iris (siendo estos los que producen los efectos del natural) para componer la paleta, eliminando los tierras y el negro.
    La reducción de una complicada apariencia, a unas pocas y simples masas, es la primera necesidad del pintor naturalista. La consideración impresionista de la apariencia visual de los objetos, necesito, en primer lugar, de una incrementada dependencia sobre el modelo. Como el pintor ya no dibujaba de sus percepciones mentales (como lo fue en la tradición clásica), ya no tenía material, del cual seleccionar para su pintura a menos que lo tuviera frente a el, o mejor dicho, HASTA QUE EL TUVIERA UNA IMPRESIÓN DE ESTE, EN SU MENTE. Con el viejo punto de vista (la representación por medio de una descripción pictórica, basada sobre la idea mental de un objeto), el modelo no era tan imprescindible.
    En el caso del impresionismo, LA PERCEPCION MENTAL LLEGA DESDE LA IMPRESIÓN VISUAL. El impresionismo, fue el resultado de una fuerte determinación a considerar el natural, solamente, desde el punto de vista visual, no concediendo nada, a cualquier otra asociación con la visión.
    Puntualicemos, cual fue el verdadero aporte técnico, que al arte de la pintura, dejaron los pintores independientes o también llamados impresionistas, del siglo 19:

1-    Simplificación de su paleta, restringiéndola solamente a los colores del prisma.
2-    Descomposición de sus grandes masas de color, en elementos multiplicados o en el llamado color roto.

COLOR ROTO: Al romper una sólida masa de color, con uno, o varios colores opuestos, aplicados con pinceladas pequeñas y separadas, los coloristas pueden alcanzar una vibración mas intensa, que una similar, pero que ha sido derivada, de una mezcla  sobre la paleta.
    A través de este método, la pureza del color se retiene, por mezcla óptica a una apropiada distancia; la cosa importante a recordar, es que si bien, los matices pueden ser modulados, los valores de cada color dentro de la escala, deben ser exactamente iguales.

CONSEJO AL PINTOR LE BAIL (Tomado de una carta de Camile Pisarro).

    “Busca el tipo de naturaleza que se ajuste mas a tu temperamento. El motivo debería ser observado, más por forma y color, que por dibujo. No hay necesidad de tensar la forma, la cual, pueda ser obtenida sin ello. El dibujo preciso, es seco y perjudica la impresión de conjunto, eso destruye todas las sensaciones. No definas con demasiada exactitud los contornos de las cosas, es la pincelada, del valor o color correcto, lo que debería producir el dibujo. Pinta el carácter esencial de las cosas, trata de transmitir eso por cualquier medio, sin molestarte a cerca de la técnica.
    Cuando pintes, ve lo que esta situado a la derecha y a la izquierda, luego trabaja cualquier cosa simultáneamente, no trabajes pedazo a pedazo, pinta todo a la vez, colocando tonos dondequiera, con pinceladas del color y valor correctos. Usa pinceladas pequeñas, e intenta poner tus percepciones inmediatamente. El ojo no debería ser fijado sobre un punto, mas bien, debe abarcar todo mientras observas las refracciones que los colores producen sobre los alrededores. Cubre las telas en la primera sesión, luego trabaja en ella hasta que veas que no hay nada que adicionar. No procedas de acuerdo a reglas o principios, pero pinta lo que observas y sientes. No seas tímido ante el natural; uno debe ser audaz, a riesgo de ser engañado y cometer errores. Se debe tener solo un maestro: LA NATURALEZA; ella es la única a ser consultada siempre.”

Fuentes consultadas:
ART IN THEORY (1815-1900). Charles Harrison, Paul Word y Jason Gaiger. Blackwell publishers.1998
OIL PAINTING TECHNIQUES AND MATERIALS. Harold Speed. Dover publications, New York.1987
Material elaborado por José Peña-2004, jpmarte73@yahoo.com

lunes, 6 de febrero de 2017

JEAN-PAUL LAURENS: MAESTRO DE PINTORES VENEZOLANOS.


Autoretrato. Jean-Paul Laurens 1876, óleo sobre tela, Galería de los Oficios, Firenze

BIOGRAFÍA.
    De origen muy modesto, Jean-Paul Laurens nace en Fourquevaux en el año de 1838, luego de manifestar tempranamente su vocación por la pintura, su padre lo confía a la edad de 13 años, como aprendiz de unos pintores italianos nómadas del Piemonte, encabezados por un tal Antonio Bucaferrata. Luego de trabajar con ellos como asistente en diversas decoraciones para pequeñas iglesias pueblerinas, Laurens manifiesta su inconformidad con ese estilo de vida errante, y escapa de la caravana, regresando a la ciudad de Toulouse con su familia, que a pesar de su pobreza, logrará posteriormente hacerle entrar en 1854 a la escuela de pintura de esa ciudad.
    Uno de sus profesores, Jean-Blaise Villemsens, nota su talento y le anima a continuar sus estudios, prodigándole su protección personal; seis años más tarde, Laurens obtendrá una bolsa de estudios por tres años, a fin de poder viajar a Paris e inscribirse en la gran Ecole des Beaux-Arts en el atelier dirigido por León Cogniet. Laurens, hará su primer envío al Salón Oficial en 1863, luego de fallar en la obtención del codiciado Prix de Roma en 1861 y en 1863, decide no participar más en tal concurso, prefiriendo exponer sus obras solo en el Salón.
    Su reputación se afirma a partir de 1872; dos años más tarde, será hecho caballero de la Legión de Honor. En 1876, el Museo de los Oficios de Florencia, le encargara su autorretrato para ser destinado a la famosa galería de artistas que de ese género ostenta tal institución, lo cual, era un claro signo de reconocimiento internacional. En 1877, obtiene la Gran Medalla de Honor del Salón por su obra titulada “El estado mayor austriaco ante el cadáver de Marceau”, que será muy difundida por la reproducción. Tal éxito, le abre definitivamente las puertas de la gloria, recibiendo encargos oficiales para realizar pinturas murales en el Panteón, La Sorbona, el teatro del Odeón, el Palacio de la Legión de Honor, así como para el Hotel de la ciudad de Baltimore en los Estados Unidos.
    En su larga carrera, acumula honores y cargos: Director de la Academia de Toulouse, profesor en la Ecole des Beaux-Arts y en la Academia Julian, miembro del Instituto en 1891, Gran Oficial de la Legión de Honor en 1919, antes de conocer un relativo olvido luego de su muerte ocurrida en París en 1921. Jean-Paul Laurens se erige como uno de los grandes pintores realistas franceses, que habían considerado la pintura como una exploración ardiente del pasado.

PROFESOR POR MÁS DE 30 AÑOS.
    Jean-Paul Laurens desarrollo una longeva labor pedagógica, tanto en la oficial Ecole des Beaux-Arts (desde 1885) y en la Academia Julian (desde la década de 1870). En ésta última, compartió el atelier con el pintor Benjamín Constant desde 1887, asistiendo a una gran cantidad de estudiantes de todo el mundo, entre ellos, muchos latinoamericanos.
    Buena parte de los pintores venezolanos, que por una u otra razón, viajaron a Europa en el siglo 19 y comienzos del siglo 20 estudiaron en la Academia Julian en el atelier de este artista francés. La relación de Laurens con nuestros pintores, ha sido poco estudiada y documentada; al parecer se remonta a mediados de la década de 1850, cuando nuestro pintor Martín Tovar y Tovar llegó a Paris y se inscribió en el atelier privado de León Cogniet, quien a su vez, era maestro de Laurens en la Ecole des Beaux-Arts. Es muy probable que al formar ambos parte del entorno de tal maestro se conocieran, iniciando una larga amistad.
    Será Tovar, quien entre 1884 y 1885, recomendara quizás, tanto a Cristóbal Rojas como a Arturo Michelena, inscribirse en la Academia Julian y en específico, en el taller de Laurens donde encontrarán a Emilio Boggio, quien se encontraba estudiando allí desde hacía algún tiempo; a ellos se sumara poco después Carlos Rivero Sanabria.
    En el año de 1896, otro venezolano, José María Vera León viajará becado a Paris inscribiéndose en el taller de Laurens, seguramente influenciado por la fama que tenía éste como mentor de Michelena y Rojas. El último pintor de nuestro país que pasó por el taller de Laurens fue Tito Salas, quien en abril de 1905 viajo a Francia becado por el gobierno del general Cipriano Castro; Salas llevaba una recomendación de su primer maestro Emilio Maury (antiguo estudiante de Laurens en la década de 1870), solicitando adicionalmente a su llegada consejo al pintor francés Georges Rochegrosse (profesor de la Academia Julian para la época). Tito salas además cursará estudios en la Academia Grande Chaumiere, donde tuvo como mentores a Lucien Simon y a René Prinet entre otros.


Jean-Paul Laurens atendiendo sus clases en la Academia Julian, Paris, alrededor de 1885


Fuentes utilizadas.
PEINTURES ET SCULPTURES DU PANTEON. Francois Mace de Lepinay, ediciones del Patrimonio, Paris 1997.
JEAN-PAUL LAURENS (1838-1921). Emmanuel Fouguerat, Colección Innothera, s/f.

Recopilación e investigación de José Peña, Caracas, Venezuela, 2006. jpmarte73@yahoo.com

domingo, 5 de febrero de 2017

PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LA TRADICIÓN ACADÉMICA EN PINTURA.

Fragmento del Hemiciclo de la Ecole des Beaux-Arts en Paris. Paul Delaroche, óleo, 1837.

El trazo esencial de la actitud académica, reside en la permanencia que ésta da a la usualmente llamada PINTURA HISTÓRICA. Este tipo de pintura se propone ilustrar narraciones que presentan al hombre en sus aspectos heroicos, escogiendo con preferencia, los incidentes que tipifiquen los recurrentes patrones que gobiernan la conducta humana de época en época.
En los siglos 17 y 18, esos temas eran tomados generalmente de la Biblia, de la literatura griega o romana y de alegorías. En el siglo 19, tales temas se ampliaron incluyendo literatura de otras tierras y épocas; la superioridad de la pintura con este tipo de antecedentes literarios fue ejercitada por la mayoría de los pintores líderes de la primera mitad de dicho siglo y por una cantidad menor de ellos en la segunda.
A través de los siglos, los pintores que fueron absorbidos por el objetivo de la pintura histórica sintieron que ésta podía ser mejor alcanzada por medio de una completa representación. Lo que quiere decir, describir el incidente con suficiente verosimilitud para evitar que el espectador fuese irritado por la descripción.
Arte académico de primera línea siempre proporciona un sentido de alto significado por el tema tratado. La destreza de alta calidad que formaba parte de los propósitos de los pintores académicos, solo puede ser producida por una mano la cual, es dirigida por excepcionales facultades en un alto grado de tensión.
El artista más reverenciado por la tradición fue Rafael Sanzio, el de la última manera romana, el de los frescos y cartones. Los hermanos Carracci y sus seguidores fueron colocados casi al mismo nivel con Rafael. Las estatuas que vinieron de la antigüedad romana fueron tomadas como modelos. Todas esas influencias hicieron un ÉNFASIS SOBRE FORMA MAS QUE SOBRE COLOR, y la tradición académica siempre ha insistido sobre DIBUJO. Al paso del tiempo, los artistas propusieron estándares en el tipo de cuadros que ellos deseaban producir, llevándolos a resaltar el dibujo de tipos generalizados, más que en representar el carácter exacto del modelo en particular. Aquello fue una materia sólo de énfasis, y mientras que ambos tipos de dibujo fueron practicados, se produjeron resultados admirables.
Junto con el dibujo, los pintores de temas históricos se preocuparon mucho sobre composición. La composición favorecida por los académicos tuvo por propósito esencial UNA CLARA Y DIGNIFICADA REPRESENTACIÓN DEL INCIDENTE A SER DESCRITO. Aquella fue sobre todo una composición narrativa, concentrándose sobre la acción central de las figuras. Se insistía que los gestos y distribución de las figuras por si mismas fuesen suficientes para contar la historia. El estudio del tipo de dibujo y de composición favorecido por la tradición académica, de seguro necesitaba de un conocimiento en anatomía y perspectiva aplicada, también como una muy amplia cultura general.
Usualmente se ha dicho que el color era la gran debilidad de la pintura académica. Ahora, gusto en color, es de todas las cualidades que un pintor pueda tener, más bien un don natural, prácticamente un instinto. Este, es muy poco influido o cambiado por la enseñanza, de manera que el entrenamiento académico muy probablemente no tuvo ninguna influencia en reducir el número de coloristas. El pintor de cuadros históricos nunca puede tener ante sus ojos la escena que trata de representar, siendo obligado a encontrar su color por una formula, más que por una cuidadosa transcripción.
Además, ES UNA PARTE INTEGRAL DE SU PROPÓSITO que su cuadro debe sugerir cierto aire de antigüedad o de tiempo remoto. La adopción de una fórmula para su color es uno de los medios por los cuales adquiere su efecto y además corresponde a la idealización en el tratamiento de sus formas.
El artista académico presenta un mundo protegido, idílico, impregnado de pureza, de pudor, de castidad. La distinción es una cualidad necesaria indispensable ante los ojos de los críticos de la época, y sin duda, del público, ella es inseparable del buen gusto.
La distinción se exprime en la escogencia de las actitudes, todas, ponderadas, harmoniosas, calmas, serenas. Los gestos son medidos, los sentimientos elevados. En esa búsqueda constante de la belleza ideal, el artista debe acceder a una maestría de las formas, debido a un conocimiento casi científico de la anatomía, sometiéndose a una observación escrupulosa del cuerpo humano. El arte académico se dirige, en primera instancia, al espíritu, a la inteligencia, es, maestría gobernada por la razón y el saber.

LA IDEOLOGÍA SUBYACENTE A LA FORMACIÓN ACADÉMICA.
El trabajo, la auto-crítica, la honestidad, el control de sí, la disciplina, son valores cardinales constantemente remarcados por la filosofía académica. La honestidad, es la conciencia del trabajo bien hecho, acabado, completo.

Fuentes consultadas:
TWILIGHT OF PAINTING, Robert Hale Ives Gammell, Parnasus Imprints 1990.
LE ECOLE DES BEAUX – ARTS, XIX ET XX SIECLES, Monique Segre, Le Harmattan ediciones 1998.
Resumen y traducción libre de José Peña, 2004. jpmarte73@yahoo.com 

Comienzos de la enseñanza Artística en Venezuela: La Academia de Bellas Artes de Caracas – Siglo 19.

Edificio de la antigua Academia Nacional de Bellas Artes ( Santa Capilla a Veroes ), hoy, es la  sede de la escuela de música José Ángel Lamas.  


Al parecer, fueron los reyes de España, los primeros en enviar al continente Americano, algunos cuadros místicos, con el designio de adornar sus templos y monasterios. Esos cuadros pertenecían en su generalidad a la escuela española, y fueron poco usados como motivo de estudio para los aficionados a la pintura de aquella época. Durante la Colonia, algunos profesores venidos de España y de otros países, iniciaron la enseñanza  del dibujo, la pintura, la cerámica, la imaginería y la platería.
Ya para comienzos del siglo 19, en tiempo de la emancipación política de Venezuela figuran los nombres de Juan Lovera y Pedro Castillo, como aquellos que lograron alcanzar algún aprovechamiento en el estudio del dibujo y la pintura, aun cuando no existían los medios y auxilios indispensables para obtener en la práctica los resultados que el arte requiere. Será Juan Lovera, quien con tales antecedentes se dedico a la enseñanza, no para transmitir a sus alumnos conocimientos que ignoraba, sino más bien el ardor y el entusiasmo que personalmente guardaba por el arte; cuentanse entre sus alumnos más destacados: Celestino Martínez y su hijo Pedro Lovera.
A escasos años de la Batalla de Carabobo, un grupo de hombres notables por su inteligencia y patriotismo, se dieron a la tarea de organizar al país, que se hallaba devastado por la cruenta guerra de Independencia y por toda clase de conflictos domésticos. El general José Antonio Páez, en su carácter de Jefe Superior, Militar y Civil de Venezuela, mediante decreto inspirado por el Libertador, y con la finalidad de dar cumplimiento al articulo 16 de la Ley Orgánica de Educación Publica, decidió la creación de la Sociedad de Amigos del País, el 26 de Octubre de 1829, y su primer presidente fue el doctor José Maria Vargas. Tal Sociedad, proyecto la fundación de 10 o 12 escuelas con sus correspondientes bibliotecas, y en las cuales se enseñaría: gramática castellana y latina, idiomas, agricultura, botánica, taquigrafía, música, dibujo lineal y natural así como caligrafía. Se estableció de igual modo, una clase de dibujo nocturna para los artesanos, dirigida por Joaquín Sosa, quien mostraba gran entusiasmo por difundir los conocimientos básicos que poseía.
El 29 de Enero de 1835, la Sociedad creo la Academia de dibujo y pintura, bajo la dirección de Joaquín Sosa, la cual, por no satisfacer las expectativas, fue reorganizada en 1838, fecha en la cual la Diputación Provincial de Caracas y la Dirección de Instrucción Publica establecen la Escuela Normal de Dibujo; esta, fue dirigida en sus comienzos por Celestino Martínez y posteriormente por Antonio José Carranza, quien desarrollo allí una intensa labor de 1836 hasta 1863. La Diputación de Caracas dictara una resolución el 3 de Diciembre de 1849, creando una Academia de Bellas Artes, ratificando a Carranza como director de la sección de dibujo y pintura.
Uno de los alumnos mas destacados de Carranza fue Manuel Cruz, quien gracias a la posesión de medios económicos, pudo viajar a España a continuar con sus estudios, siendo admitido en la Real Academia de San Fernando de Madrid trasladándose posteriormente a Roma. A su regreso a Venezuela, no pudo dedicarse a la pintura a tiempo completo, debido a la falta de encargos ambiciosos, radicándose en el pueblo de El Valle, donde trabajo la mayor parte del tiempo como agricultor, exponiendo algunas de sus obras de manera esporádica.
Como Carranza, Carmelo Fernández fue uno de los artistas fundadores de la enseñanza artística en Venezuela, quien se inicio en el dibujo bajo la dirección de un profesor de nombre Lassabe, quien dirigía una especie de escuela donde se enseñaban los rudimentos del arte. Fernández viajo posteriormente a los Estados Unidos, continuando sus estudios en la ciudad de Nueva York, con un profesor italiano de nombre Pinistre. Posteriormente Carmelo Fernández dirigió las clases de dibujo en el Colegio La Paz en Caracas, donde tuvo como alumnos aventajados a José Ignacio Chaquert y a Martín Tovar y Tovar.
Cabe señalar, que en esta época, la situación del país era crítica debido a los frecuentes alzamientos de los caudillos, que dembocaron en la Guerra Federal, sobreviniendo un periodo de desidia en la enseñanza de las artes. Nuestro país comenzara gradualmente a resurgir con los gobiernos personalistas de Guzmán Blanco y Joaquín Crespo (periodo histórico de 1870 a 1888). Será el General Guzmán Blanco quien proyectara el Instituto Nacional de Bellas Artes, que finalmente vera la luz bajo la administración de l también General Francisco Linares Alcántara, por medio del decreto publicado en la Gaceta Oficial n ° 1085 de fecha 3 de Abril de 1877. El Instituto Nacional de Bellas Artes se constituía de tres academias: Dibujo y Pintura, Escultura y Música. Las dos primeras ya existentes, quedaron incorporadas con la categoría de academias y estaban estructuradas por cátedras que se dividían en asignaturas. De las academias solo funcionaron la de Dibujo y Pintura y la de Música.
En el antiguo convento de San Francisco, actual palacio de las Academias, se habilitaron tres salones, para albergar el Instituto, cuyo primer director fue el General Ramón de la Plaza; el encargado de dirigir la Academia Nacional de Bellas Artes fue el pintor Emilio Mauri, de 1874 hasta su muerte en 1908, le sucederá Antonio Herrera Toro hasta 1914.
La Academia fue reformada en 1903, cuando el Congreso Nacional promulgo el Código de Instrucción Publica, el 3 de Junio de 1897, el cual irónicamente fue publicado cinco años y medio después, en la Gaceta Oficial n° 8753. La Academia de Bellas Artes se dividió en las siguientes secciones: dibujo y pintura, arquitectura artística y conservatorio de música y declamación; coincidiendo con su organización académica, empezó a funcionar en un edificio construido especialmente, situado de Santa Capilla a Veroes, junto con la Escuela de Música y Declamación. La Academia de Bellas Artes, cambiara de nombre el 4 de Julio de 1917, conforme a una  publicación oficial que la denominara Escuela de Artes Plásticas.

Fuentes Consultadas:
Argenis Madriz: LA ENSEÑANZA DE LAS ARTES PLASTICAS EN VENEZUELA
Ramón De La Plaza y La Asociación: EL ARTE EN VENEZUELA.
Material recopilado por  José Peña, Caracas-2005. Jpmarte73@yahoo.com

REALISMO, IDEALISMO Y DIBUJO ACADÉMICO.

Jeune fille, en buste, les yeux levés verse le ciel. Octave Tassaert, carboncillo/sanguina/creyon blanco sobre papel, Museo Bonnat, Bayona, Francia.




Buena parte de las personas piensan, que el registro minucioso de los detalles de la superficie, es una de las principales características del realismo.  Esto se puede verificar, en ciertos artistas y en ciertas escuelas (especialmente, aquella que John Ruskin influencia en Inglaterra y en Estados Unidos). Sin embargo se revela que tal practica, es tan compulsiva, como automática, y es vista, como estúpida.
La representación de los más ínfimos detalles, no caracteriza, de hecho, a todos los estilos de realismo; en el verdadero dibujo académico realista, operan ciertas escogencias, para crear una ilusión de la realidad.
El dibujante académico, simplifica u omite, los detalles de la superficie, con el objeto de amplificar los efectos de la luz y de la sombra, la ilusión del volumen, y el carácter del modelo. Por otra parte, hay numerosos dibujos, que buscan objetivos diversos, como por ejemplo: dibujos preparatorios, bocetos de la idea o de la composición, etc. De hecho, son raros los dibujos que constituyen, un fin en si mismo, en vez de ser parte de una etapa preparatoria, para un cuadro o para una escultura, anotación de efectos lumínicos, estudios anatómicos, de equilibrio, el movimiento de un drapeado o la expresión fugitiva de un rostro.
En materia de dibujo, los detalles del natural, son puestos en balance sin cesar, con los objetivos específicos del dibujante. Formulando esta cuestión, de una manera mas abstracta, los hechos visuales, son en si mismos interesantes, pero no adquieren la significación, sino después de ser organizados, criticados y juzgados por la inteligencia. He allí el porque, el desarrollo de los detalles, no constituyen una característica necesaria, de todos los estilos de realismo, de la misma manera que las formas, no son todas, percibidas visualmente como ensambles comprensibles, en el mundo natural.
Las obras tan apreciadas de los impresionistas franceses, son ilustraciones pertinentes, de las concurrencias del realismo óptico, y de los valores táctiles del realismo académico. En la pintura óptica o impresionista, el contorno de la figura humana, es más bien, disimulado, por algún objeto o sombra. Incluso, la unidad y las estructuras orgánicas, son enmascaradas por vestimentas, oscurecidas por la sombra, y deformadas por la luz directa del sol. Los realistas ópticos, que principalmente buscaban la deformación de las formas, por la luz y la sombra, rara vez se esfuerzan en corregirlas.
Los realistas académicos organizan, por el contrario, estas deformaciones ópticas, al seno de una estructura depurada y lógica, reconociendo todo, pero minimizando el efecto de desintegración que resulta. Lo que el busca, es una norma de claridad y de unidad. Por consiguiente, lo que el exige, es un contorno evidente, un equilibrio entre las zonas de luz y sombra, que contribuyan en la creación del volumen y de una forma tridimensional.
Las poses son cuidadosamente determinadas, de manera que todas las partes del cuerpo, sean vistas y comprendidas. Deformación y “laideur”, son evitadas.
Aquello que prela ante todo, es la representación de una unidad, reconocible como un cuerpo y como una persona, una unidad orgánica, desprovista de detalles susceptibles de distraer la atención. Estas son las principales características o principios, del estilo académico de base.
    El estilo enseñado en el curso de dibujo Gerome-Bargue, es un compromiso entre, por una parte, las cualidades intelectuales generalizantes del idealismo, y por otro lado, la precisión visual y la especificidad del realismo. Este compromiso permite evitar, a la vez, la tendencia a una simplificación exagerada, del trazo y de la forma, habitual a la práctica idealista, y las formas inciertas o alteradas, de los realistas ópticos.
Los realistas académicos, tratan el cuerpo humano con respeto; ellos honran su integridad y le confieren, dignidad y autonomía. Sus figuras piensan por ellas mismas, y sus movimientos, resultan de un pensamiento consciente. El realismo académico es un estilo, por esencia, humanista, inspirado principalmente por un interés en los seres humanos, en sus acciones, reacciones y destino. Aquello que constituye el gusto clásico, es ante todo, la asociación de características escogidas en la naturaleza por su belleza, y de un ideal de la perfección humana. Este gusto supone a la vez un ideal de la simplificación, orientado hacia las formas geométricas inteligibles, en sus superficies planas y contornos, y un rechazo por la deformación.
Las preocupaciones académicas, no entraban ni obstaculizan, el desarrollo de un estilo personal. El dibujo realista académico, es una mezcla de observación, de conocimiento y de ideas.

FUENTE CONSULTADA:
Gerald Ackerman, CHARLES BARGUE ET JEAN-LEON GEROME, COURS DE DESSIN, ACR ediciones, Paris (Francia) 2003.
Resumen y traducción libre José Peña, Caracas 2005. Jpmarte73@yahoo.com